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¿Con quién chateabas? Así hasta más de 100 mensajes diarios reciben muchas adolescentes de sus novios o exparejas para controlarlas

Luego llega el envío de fotos sexuales a los colegas de clase, el chantaje. «Los jueces estamos desbordados», admiten. Los padres, en Babia

Click. Elena se fotografía el escote hasta el ombligo. Ha cambiado su sudadera habitual por una camiseta de tirantes. Las All Star por tacones de Barbie. Tiene 16 años, las uñas cortas y rojas, la melena oxigenada. La ansiedad en su mirada violeta de gata se acentúa con el eyeliner. Parece inquieta. Son las siete de la tarde y espera a su novio, de 17, en un céntrico colegio de Vitoria. Se ha vestido para matar, como le ha pedido Iñigo. Click. Le envía la imagen y un mensaje por WhatsApp.

– Stas más tranki?

– :s

– Ya no stoy con el grupo

– ¿Donde stabas? joder! ya te e dixo q como se acerqe Pedro a ti le reviento la puta cara! Solo quiere follar contigo y separarnos…

– No seas así… solo soms amigos… stabamos todos juntos con las amigas

– xp le defiendes?? 🙁

– Venga, no te pongas asi…q sabes q solo te quiero a ti 🙂

–Demuestralo a la noche en mi casa 😉

– 🙂

– Stas wapiisima. Pero solo para mi. Te qiero MOGOLLON! y entiende de una vez q no qiero q stes con mas chicos, se podrian interponer y no puedo vivir sin ti.

Cinco minutos después, Iñigo aparece repeinado tras el entrenamiento de baloncesto. Besa a su chica. Mira con recelo a la periodista, que no es presentada. Desaparecen abrazados por el jardín. El resto se lo dirá en directo. Hoy no habrá cascada de WhatsApps de madrugada. Elena llegará tarde a casa. Les dirá a sus padres –médico y abogada– que se ha entretenido con las amigas preparando el examen de física.

Iñigo es el prototipo de chico inseguro que quiere controlar a la novia «y que ha encontrado en las nuevas tecnologías una herramienta estupenda para acosarla, algo cada vez más habitual. El 67% de las adolescentes que nos llaman por este tema no son conscientes –como Elena– de que son víctimas del machismo. Piensan que tienen un problema con su pareja. Están tristes, confusas. Luego nuestros psicólogos ven que hay violencia de género. Las humillan, insultan, amenazan, les controlan la ropa, las amistades, su economía si la tienen», remarca Diana Díaz, subdirectora de la Fundación Anar, un servicio de ayuda al menor donde han detectado que este tipo de casos se ha disparado a la misma velocidad que el uso del WhatsApp y otras herramientas cibernéticas.

Es gratis, privado, pero deja huella. Algunos episodios se denuncian e investigan, aunque aún son los menos. Los datos de la coordinadora de Menores de la Fiscalía General del Estado son elocuentes: en 2011 vieron 473 casos, el año pasado llegaron hasta los 640. Los de la Policía Nacional: 500 detenciones por el ‘sexting’ –difundir fotos sexuales sin consentimiento vía móvil u ordenador– el ‘grooming’ –cuando se extorsiona o se chantajea a las víctimas con fines sexuales– o el ‘cyberbulling’.

Las palabras de jueces como Emilio Calatayud son, a veces, más reveladoras que todas las estadísticas juntas: «Este asunto nos tiene desbordados. El número de denuncias es mínimo respecto a lo que hay. Los malos tratos, las vejaciones, el acoso a través de los móviles y las redes sociales va a más. Y hablo de chavales de clase media, media alta. Ellas son más sibilinas y ellos cargan contra las novietas, sobre todo cuando les dejan. El WhatsApp y las redes sociales se han convertido en un instrumento para delinquir. Y son una droga. Es muy peligroso. Nuestros chicos están llegando al autismo, ya no hablan, chatean. Y los padres no son conscientes, pero son responsables y a veces lo pagan». Entre 5.000 y 10.000 euros les pueden caer de multa si recalan en su juzgado porque su hij@ se ha pasado de la raya.

«No tengo salida… Quiere que quede con él y mantener relaciones sexuales o mandará fotos mías en plan sexy a todo el mundo. Si lo hace me muero», escribe una cría de 13 años a la Fundación Anar. Sin más pistas, para proteger su intimidad. El siguiente mensaje es de una chica de 14: «Mi exnovio empezó a amenazarme con pasar fotos a todos nuestros amigos si no le mandaba más fotos y vídeos». Otra de 13 años: «Al final cedí, pensé: si esto es lo que tengo que hacer para que me dejes en paz, lo hago». Espeluznante el descubrimiento de la madre de una nena de 11 años: «Mi hija se marchó al colegio, se dejó el teléfono móvil y vimos que alguien le escribía por Whatsapp obscenidades y le mandaba fotos desnudo. Este chico le pedía que la mandase fotos de ella sin ropa. Estoy segura de que se trata de un adulto». No hay papel suficiente en este periódico para reflejar las llamadas de socorro de adolescentes atrapados, aterrorizados.

«¿Pero qué hacen a esas edades con un smartphone? ¿Por qué se lo compramos? Es poner en manos de un niño un bazuca. Hay que regularizar ya su uso», insta el juez Calatayud con la seguridad que le da haber sentenciado más de 32 homicidios, 85 violaciones y otros 16.000 casos de menores. Veinticuatro años en el mismo juzgado de Granada.

Gema García, fiscal de menores de Valencia, ve también necesario establecer una edad mínima de uso. «Les damos lo que no necesitan. Un teléfono sin Internet para tenerlos localizados es suficiente. La red favorece el anonimato y hay mucha gente mayor que quiere tener relaciones con menores. Les atrapan porque los niños aceptan a cualquiera como amigo en el Facebook. Ahí les van captando, luego pasan a canales privados como el WhatsApp, consiguen imágenes y les amenazan. Un adolescente recibe 40 mensajes a diario».

Si tienen un novio como el de Elena, el número se dobla.

– ¿Qué sientes cuando Iñigo te escribe 100 veces al día?

– Que me quiere muchísimo, soy lo más importante para él, y le gusta saber cómo estoy. Mis padres no están pendientes de mí, él sí. A veces me agobia, pero otras me hace sentirme segura, querida. Mis amigas me dicen que se pasa, que lo cuente en casa, que no es una relación sana. Pero si corto, le mato. Eso me dice y le creo. No podría vivir sin sus mensajes.

El juez Calatayud acaba de dictar en Granada dos sentencias contra sendos chicos como el noviete vitoriano de Elena. Violencia de género pura y dura con medidas de alejamiento físico y telefónico. «Pero las incumplen. Ellos y ellas. Mantienen relaciones de amor-odio y se siguen chateando. Es complicado». Como seguir la investigación, siempre lenta pero que da frutos. «Los padres deben recoger todos los datos, todos los mensajes y denunciarlo».

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado tienen unidades especializadas, pero no dan abasto. «Estamos desprotegidos por el aumento bestial de casos entre menores. Pero también de pedófilos que se hacen pasar por críos. En los juzgados hay un trabajo por hacer. Hay jueces mayores que no entienden la tecnología, mientras la amenaza es cada vez mayor. Hay una asimetría enorme entre víctimas y agresores. Cualquiera puede hacer mucho daño con impunidad. Además, este tipo de delitos han dejado de ser una amenaza exclusiva de los más pequeños. Nos afecta a todos», alarma Jorge Flores, director de la asociación Pantallas Amigas.

Mucha prudencia y un ordenador seguro «son las mejores armas» para evitar casos como los que llegan «a patadas» a esta organización. Les escribe una chica de 18 años: «Tuve un novio hace años y le envié tres fotos en plan sexy donde se me ven los senos. Hoy me ha amenazado con publicarlas… Solo pienso que si llega a publicarlas me mataré. Nunca pensé que él haría esto, me siento tan desesperada y mal que no me quedan lágrimas. Tampoco quiero levantar sospechas. ¿Qué hago?».

En Langreo, Asturias, la semana pasada un hombre molía a palos a un tipo que mandaba mensajes de contenido sexual a su niña. Antes de ser trasladado al hospital, con varias fracturas, el acosador confesó a los policías que era la primera vez que lo hacía y que estaba «arrepentido». Le intervinieron varios teléfonos móviles. Al padre le han acusado de un delito de lesiones graves.

Esta familia vio el peligro. Pero la mayoría no se da por aludida. Las fiscalías de Cádiz y Granada han manifestado la importancia de Tuenti, Facebook, Twitter o WhatsApp como plataformas de hechos delictivos entre menores. En Córdoba recuerdan que en estos foros están registrados muchachos que no han cumplido los 14. Y está prohibido. «Pero aunque se advierte a los padres, parece existir una aceptación generalizada de que no hay peligro en este proceso, observándose un aumento del uso de estos medios tecnológicos para realizar conductas contra profesores», subraya la Fiscalía Superior de Andalucía.

750 detenciones

En Extremadura, Levante o en el Norte que no respiren, que el problema es generalizado. Y es importante denunciar. La Brigada de Investigación Tecnológica, la sección de la Policía Nacional encargada de velar por la seguridad de los internautas, dice que el número de denuncias y delitos cometidos por menores y mayores contra la intimidad, el honor y la imagen de las personas a través de estos canales ha crecido de «forma exponencial» y que se extiende a todas las facetas de la vida social. El colegio, las relaciones de pareja… El año pasado detuvieron a 750 personas, el triple que en 2011.

A la pregunta del millón –¿por qué las adolescentes toleran a estas alturas tremendo machismo cibernético?–, responde Natividad Hernández-Claverie, psicóloga en la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, una ONG que da apoyo a víctimas desde los años sesenta. «Las chicas se siguen enamorando de forma muy romántica, buscando al macho. El control y los celos son muestras de amor. Luchamos contra eso. Las chicas te dicen que los soportan, que se exhiben con escotes y tacones, que mantienen relaciones nada satisfactorias en los baños del colegio para agradarles a ellos. Se creen el papel de sumisas, abnegadas, salvadoras. Hay un gran caos».

Parece que solo hay una única vacuna: «La prevención». Se ha ampliado la lucha contra el machismo en el Plan Nacional de la Infancia. Y el Ministerio de Igualdad, «preocupado» por esta situación, desarrolla una aplicación para el móvil. Pero los datos, en este caso, son más elocuentes que las palabras. El Gobierno le ha pegado un tajo del 21% a los programas de prevención y otro 18% a las políticas de igualdad.

AYUDA

Hablar

Las psicólogas consultadas coinciden en que lo primero es hablar en casa de las relaciones sexuales con normalidad. Hay una confusión respecto a la liberación sexual: «Las crías piensan que es tener relaciones a los 14 en los baños del instituto. Su frustración es tremenda. No hay que alarmarse, hay que hablar».

Pósit en la webcam

Además de ser muy cuidadosos con los datos que se dan y la seguridad de los aparatos, recomiendan tapar la webcam cuando no se utiliza. Hay virus que la activan con el ordenador apagado.

900 20 20 10

Es el teléfono de ayuda al menor de Anar. Y también tienen el 600 50 51 52 para padres y familiares. En www.pantallasamigas.net hay un montón de información y recursos didácticos. También, en www.protegeles.com/. El vídeo ‘¿Dónde está Pablo?’ (que se puede ver en esta noticia) es de lo más ilustrativo. Dura 1 minuto.

LA ÚLTIMA ESTAFA SEXUAL ENTRE LOS VEINTEAÑEROS

En lo que va de año lo han denunciado 250 chicos, de entre 20 y 30 años, en la asociación Pantallas Amigas. El cebo es una mujer. Y les pasa esto que cuenta un universitario:

«En la web chatroulette una chica me dijo que la agregara en Facebook y en Skype para hablar con la webcam. Me convenció para tener cibersexo. Después, cuando yo había acabado, me dijo que tendría que pagarle 400 euros a través de Western Union para que no difundiese el vídeo a mis amigos de Facebook. También me mandó el enlace del vídeo en Youtube, que fue eliminado enseguida por violar las normas de dicha web. Yo rechacé pagar y le bloqueé. De momento ninguno de mis amigos ha recibido nada».

Algunos jóvenes regatean y aflojan 150 euros. Pero a otros les piden más. «Estudian el perfil de las víctimas, quieren dinero rápido. Esto es un negocio», revela Jorge Flores, director de Pantallas Amigas. «Puedes tontear siempre que no se te reconozca y no compartas información que te pueda hacer daño».

Fuente: www.elcorreo.com