Con casi 1.000 millones de visitantes al mes, la plataforma de Youtube es un atractivo destino para los productores de audiovisuales breves, y vista la “democratización” y el fácil acceso a los medios tecnológicos necesarios para elaborarlos, muchos se apuntan a una faena que les rinde jugosos dividendos. Algunos son adolescentes.

En un artículo sobre el tema, el diario aragonés El Heraldo describe el perfil de quienes utilizan activamente esta red: “Son usuarios que comparten vídeos de elaboración propia, en los que hacen algo interesante para un público concreto, como comentar videojuegos, gastar bromas pesadas o dar consejos de maquillaje y peluquería. Y si consiguen afianzarse un grupo de seguidores y una empresa patrocinadora, pueden empezar a ganarse la vida haciendo lo que más les gusta: pasar horas y horas en YouTube”.

Según explica, la iniciativa que, como muchas otras, ya tiene años de haberse instalado en EE.UU., vio aumentar en 2012 el número de sus seguidores que se hicieron de un contrato de colaboración para poder percibir ingresos a partir de sus trabajos audiovisuales, y que han permitido la publicidad de varias empresas en sus vídeos.

¿De qué depende exactamente la remuneración? Pues de cuántas veces los usuarios pasivos de Youtube reproduzcan un vídeo a lo largo del día. Las cantidades percibidas van desde los 100 a los 6.000 euros mensuales, en dependencia de la capacidad económica de la empresa que quiere promoverse. Y aunque la cifra de 6.000 suena maravillosamente tentadora, no es que esté fácilmente a la mano, sino que los “videastas” deben colgar diariamente en la red dos o tres videos, con el marketing y el “gancho” necesario para conseguir visitas, y que estas se repitan por supuestos.

Algunos de los “youtubers” más afamados en España son, en este momento, ElRubius OMG, a quien siguen nada menos que 11.723.133 suscriptores, además de AuronPlay, que se dedica a gastar bromas a alguien hasta la exasperación, y Willyrex, con 5.278.185 seguidores, que graba las partidas del videojuego “Minecraft”.

Uno de ellos confiesa, por cierto, que el camino no es de rosas. ElRubius, en una reciente entrevista con el presentador Risto Mejide, habló de lo que significa ser un “youtuber de éxito”, lo que implica, además del dinero que ingresa en su cuenta, cierta pérdida de la paz del ciudadano común, e intromisiones en su vida privada. De hecho, narra cómo durante un año, el acoso de sus seguidores le impidió traspasar las fronteras de su casa, pues algunos llegaron a plantar campamento junto a su vivienda, y hubo quienes, en plena madrugada, le sacaban fotos a través de las ventanas. Una verdadera locura –que le hizo llorar ante su entrevistador–, pero un momento que, felizmente para él (según confiesa), ya quedó atrás.

Del otro lado, el del espectador pasivo, también hay, desde luego, buen  número de adolescentes y jóvenes. Y ahí los padres tendrán algo que hacer. En el diario ecuatoriano El Universo, Enrique Rojas comenta cómo se dio a observar los “consumos digitales” de su hijo de 10 años, y descubrió que dedicaba bastante tiempo a ver los videos de “youtubers” –entre ellos, ElRubius–, cuyos temas versaban sobre experiencias propias y sobre videojuegos.

“Estos personajes de la red, probablemente invisibles para los adultos, se consolidan como nuevos líderes de opinión y primer referente para muchos temas que los menores empiezan a descubrir, relacionados con ética, sexualidad, proyección a futuro, etc.”, afirma Rojas, quien añade que, al revisar los contenidos que visualizaba su vástago, dio con alguna que otra cosa sobre la que valía comentarle. Lo demás, todo muy normal para la edad.

El articulista, sin embargo, se muestra preocupado por la posibilidad (o el hecho real) de que, comprobada la difusión que tienen los materiales de sus patrocinados, ciertas empresas o grupos pretendan, no ya acompañar publicitariamente los vídeos, sino influir en sus contenidos. Por ello, se precisaría poner mayor énfasis en fomentar en los chicos la capacidad de discriminar la información. Definitivamente, según opina, “hay que compartir contenidos, y tratar de abrir y conversar estos temas, en los colegios, la sociedad y la casa”.