El primer estudio que analiza el fenómeno del ciberbullying desde la perspectiva de los menores afectados, realizado por la Fundación Mutua Madrileña y la Fundación ANAR y presentado el martes 20 de septiembre, revela que el teléfono móvil es la herramienta más habitual para acosar telemáticamente y el WhatsApp es la aplicación más utilizada (por esta vía sufre el 81% de los afectados, mientras que por las redes sociales se da el 36,2% del ciberacoso. Supone ya uno de cada cuatro casos de acoso escolar. El ciberbullying, que deja algún tipo de secuela psicológica en el 92% de las víctimas, es un fenómeno social que continúa en ascenso y tiene sus propias características, que difieren de otros tipos de acoso en las aulas. Por ejemplo, comienza más tarde (a los 13,6 años frente a los 11,6 del acoso escolar general), cuando los chavales tienen acceso a la tecnología, el 70% de las víctimas son chicas. El gran problema de este tipo de acoso vine de que no para. Es el acoso que no descansa. Esto se debe a que no se reduce su foco de acción durante las horas lectivas, sino que continúa fuera de las aulas, al apoyarse en las redes sociales. Infografía_ciberbullying-899x1024Los datos de este informe, obtenidos a partir del análisis de la base de datos de llamadas al Teléfono ANAR de Ayuda a Niños y Adolescentes y al Teléfono ANAR del Adulto y la Familia, que desde 2013 a 2015 ha atendido 60.408 llamadas relacionadas con acoso escolar. “Quienes sufren ciberacoso tienen los mismos síntomas que aquellos que reciben acoso escolar normal, pero se nota aún menos. Los padres tienen que estar muy atentos. Normalmente el cyberbullying termina siendo acompañado de bullying y, aunque inicialmente no afecta al rendimiento escolar, sí lo hace a largo plazo. Pero desde los inicios, el adolescente muestra su rechazo a ir a clase”, explica Benjamín Ballesteros, director de programas de la Fundación ANAR y uno de los autores del informe. Hay que tener en cuenta que las víctimas de ciberbullying solo piden ayuda a los adultos cuando su situación se extiende más allá de un curso. La resolución que toman los padres al respecto es un cambio de colegio, en el 10% de los casos. Pero en el caso del ciberbullying éste se vuelve a producir en el nuevo centro en el 30% de los casos. Uno de los puntos clave del informe es las medidas a tomar. Desde las fundaciones Mutua Madrileña y ANAR consideran esencial la adopción de un Protocolo de Actuación Unificado para toda España en la que se contemplen las medidas que deben adoptar los Centros Escolares. “Es cierto que en el 70% de los casos el centro escolar ha reaccionado ante un caso de ciberbullying, pero la mayoría de las familias o víctimas no están satisfechos con esa respuesta. Normalmente la medida que se lleva a cabo es la de hablar con el agresor y la de imponerle alguna sanción”, señala Ballesteros. Para los expertos, es necesario el entendimiento entre los padres y el centro educativo. Muchas veces pensamos que el ciberacoso se produce a chicos diferentes o cuya situación familiar es problemática. Pero para la sorpresa de muchos el acoso escolar no distingue entre sus víctimas. Cualquiera puede ser el elegido, por ser diferente del resto o precisamente por no serlo. La mayoría de las víctimas de ciberacoso son de nacionalidad española y proceden de familias convencionales. Por su parte, los ciberacosadores pertenecen al mismo entorno que la víctima y en la mayoría de las ocasiones van a su mismo centro escolar. Hace unos meses, ambas fundaciones ya pusieron en marcha la campaña #NoBullying, que se desarrolla en centros escolares, redes sociales y a nivel institucional y de análisis de datos. En los centros escolares, los psicólogos de ANAR realizan sesiones para que los niños se involucren en esta problemática y se ha proporcionado a los profesores una guía con recursos para que sepan prevenir el acoso.   Firma: Patricia Vázquez