FICHA:

Directora: Naomi Kawase

Intérpretes: Nijiro Murakami, Jun Yoshinaga, Miyuki Matsuda, Tetta Sugimoto, Makiko Watanabe, Jun Murakami, Fujio Tokita

Duración: 110 min.

Público: Jóvenes (X)

 

Esta poesía cinematográfica de Naomi Kawase se enraíza en esa tradición maravillosa oriental que es capaz de retratar lo humano de forma tan poética como incisiva, una habilidad que en Occidente mostró el neorrealismo italiano, o directores solitarios como Bresson o Kaurismaki, y que ahora, seco el manantial, parece ofrecernos solo remakes, franquicias, spin off y reboots. En este caso, Kawase nos alegra reflejando un tema muy manido en la historia del cine, y sin embargo reinventado aquí de forma original, a saber, la inmersión de unos adolescentes en la verdad de la vida.

Katio vive con su madre, que está divorciada y pasando por una fase inestable de su vida. El día que comienza a salir con su novia Kyoko se despiertan en él muchas preguntas sobre la separación de sus padres, la nueva vida sentimental de su madre y el sentido del amor. A su vez, Kyoko, que tiene una familia ejemplar, trata de entender la enfermedad terminal de su madre y el significado de la vida y de la muerte. Ambos procesos de maduración tendrán como escenario la imponente naturaleza del mar –fotografiada por Yutaka Yamazaki–, y como atmósfera, una profunda religiosidad precristiana.

Nuestros protagonistas serán capaces de madurar cuando sepan abrazar el límite humano, tanto el propio como el ajeno, como el gran límite de la muerte. Una película que es pura poesía y que describe muy bien cómo es el corazón humano, deseoso de significado y herido por el anhelo de felicidad.

Firma: Juan Orellana