Ficha: 132 min. | Terror | Ciencia ficción Público apropiado: Jóvenes Año: 2017 País: Australia, EE.UU., Nueva Zelanda, Reino Unido Dirección: Ridley Scott Intérpretes: Michael Fassbender, Katherine Waterston, Billy Crudup, Danny McBride, Demián Bichir, Carmen Ejogo, Jussie Smollett, Callie Hernandez, Amy Seimetz, Nathaniel Dean, Alexander England, Benjamin Rigby, Tess Haubrich, Uli Latukefu, James Franco, Noomi Rapace, Guy Pearce Ridley Scott entrega un nuevo film del universo Alien, el número 25 como director, cuando está a punto de cumplir los 80 años. Tal hecho coincide casi con el estreno de Blade Runner 2049, en la que figura como productor ejecutivo. Los originales son títulos emblemáticos del cine de ciencia ficción, y curiosamente la mirada a los alienígenas que tanto miedo nos dieron en 1979 se ha vuelto más reflexiva, al darse más peso a los androides; lo que conecta más íntimamente la alienígena saga espectáculo con las consideraciones acerca de la naturaleza humana propias del mundo replicante de Blade Runner. A tal efecto ya resulta muy ilustrativa la escena de arranque, una conversación entre el androide Walter y su creador y fundador de la corporación Weiland, anticipo de las tensiones que pueden surgir luego entre el creador y sus criaturas, donde éstas tienden a considerarse más perfectas que aquél. La nave espacial Covenant viaja hacia Origae-6, un remoto planeta de condiciones parecidas a la Tierra. La tripulación compuesta por 15 personas, dos millares de colonos y un buen puñado de embriones se encuentran en estado de hibernación, el solitario Walter con el ordenador de a bordo Madre se encargan de que la navegación discurra por cauces de normalidad. Pero un grave incidente obliga a despertar a la tripulación, a lo que se suma la captación de una señal de origen humano procedente de un planeta cercano que no tenían localizado, y que resulta tener condiciones de habitabilidad. La tentación de acudir ahí y ahorrarse siete años de viaje es demasiado grande, y es lo que ordena el nuevo capitán Oram, a pesar de las protestas de Daniels, quien considera que no deberían desviarse del plan previsto. Como puede imaginarse, les aguardan desagradables sorpresas. Scott retoma su colaboración con John Logan, que fue el autor del libreto de Gladiator, y últimamente abonado a las películas de la saga 007, quien firma el guión con el desconocido Dante Harper. También están acreditados, en el argumento original, Jack Paglen, que escribió el guión de la cinta de ciencia ficción Transcendence, y Michael Green, guionista de la cinta Marvel Logan, y también acreditado en Blade Runner 2049. Sirvan estos datos para atestiguar el deseo del equipo creativo para conformar una trama que encaje bien en el universo Alien, no se desea de ningún modo decepcionar al público primigenio, los fans que aman los filmes anteriores. Y en efecto, el film se sitúa bien entre Prometheus y Alien, el octavo pasajero, se salpica la narración con piezas que encajan en el puzzle. También desde el punto de vista estético, huevos, cámaras de hibernación, aliens, e incluso el corte de pelo de Katherine Waterston, que retrotrae a una jovencita Sigourney Weaver, del mismo modo que Winona Ryder hacía lo propio en la cuarta película. Quizá el mayor reproche que se puede a hacer a lo que resulta una película muy entretenida, y que sabe introducir sin resultar cargante algunas gotitas de filosofía, es que no aporta nada tremendamente original. Alguno dirá que hay sorpresas, y ciertamente algunos elementos pretenden ser sorpresivos, pero aparte de que más o menos se ven venir, lo que está claro es que sopesados a posteriori no resultan tremendamente novedosos. En cualquier caso el ritmo trepidante es impecable, la dirección artística fantástica, y de nuevo sufrimos con las paulatinas pérdidas humanas de un equipo que se hace querer, aunque de algunos de sus componentes apenas lleguemos a saber casi nada. En el reparto sobresale la creación de Michael Fassbender como el androide, el actor sabe darle el requerido aire sintético, pero también esa suerte de aire angelical que también podría ser demoníaco, y que le confiere una enorme personalidad. Firma: José María Aresté