Hechos y algo más

Lee Strobel, periodista de la crónica criminal y de juzgados del Chicago Tribune está felizmente casado con Leslie, es padre de una niña y hay otro hijo en camino. Un suceso que podía haber sido trágico acerca inesperadamente a Leslie al cristianismo, situación que descompone a Lee, pues ambos hasta la fecha se habían declarado firmemente ateos. Sus diferencias acerca de la fe podría poner en peligro la estabilidad familiar, pues se crea cierta distancia. De modo que Lee decide compatibilizar una investigación sobre un policía tiroteado por un maleante, con otra de calado diferente: quiere reunir pruebas de que la fe cristiana es una superchería, de modo que buscando hechos y pruebas con expertos, trata de demostrar que la resurrección de Jesús nunca tuvo lugar. La indagación va a suponer una fuerte conmoción en su vida.

Película basada en hechos reales, documentados por el propio Lee Strobel en un libro que se convirtió en superventas. Resulta original el planteamiento de cómo las convicciones cristianas pueden convertirse en punto de fricción en un matrimonio, y el intento de resolver él la cuestión con una investigación periodística, donde hacen falta pruebas, testigos, opiniones de expertos, como en cualquier reportaje hecho con honestidad. De este modo se realiza un acercamiento respetuoso con cualquier punto de vista, también el del no creyente, pero haciendo una exposición atractiva y bien fundamentada acerca de los motivos de credibilidad del cristianismo.

El guión de Brian Bird sigue con acierto el clásico y sólido esquema de las películas de chicos de la prensa, aquí con una doble indagación, la que el periódico ha encargado al protagonista, y una muy personal, y que puede cambiar toda su cosmovisión, el modo en que encara la existencia. E imbrica bien las cuestiones personales, el drama familiar y los motivos de fondo en el obcecamiento de Lee, que más que buscar la verdad, quiere probar que tiene razón, posición intelectual poco rigurosa que no sabe reconocer, ni siquiera ante sí mismo.

Jon Gunn, que ya antes había dirigido películas sobre la presencia de la fe en la vida cotidiana, entrega aquí su mejor trabajo, el director ha ganado en oficio, y sabe describir los conflictos de los personajes, de Lee, bien encarnado por Mike Vogel, y de la esposa, una convincente Erika Christensen. Hay acierto en el resto del reparto, donde junto a dos ilustres secundarios cuya presencia sabe a poco, Faye Dunaway y Robert Foster, se suman otros desconocidos, como la amiga enfermera del matrimonio, L. Scott Caldwell, que desencadena la crisis.