Crítica El método Williams

  • Análisis por Esther Rodríguez de CONTRASTE

Las hermanas Williams coproducen este film sobre cómo el tesón de su padre las condujo a la cima del tenis mundial. Convencional y bien interpretada, contiene algunos pasajes más inconexos y que la alargan en exceso.


El mundo del tenis femenino el siglo XXI ha tenido dos líderes indiscutibles: Venus y Serena Williams. Estas dos hermanas y vecinas de Los Ángeles ocuparon, en distintas ocasiones, los puestos más altos del ranking, ganaron todos los torneos posibles, tanto en individual como en dobles, y rompieron varios récords deportivos y sociales que las han inscrito, ya para siempre, en las crónicas de este deporte.

Ahora, cuando ambas tienen más de cuarenta años y están retiradas de las competiciones oficiales, coproducen este largometraje para contar su historia y, en especial, el singular y esencial papel que su padre tuvo en ella.

Es cierto que Richard Williams, cuando Venus apenas tenía cuatro años, escribió un detallado plan para convertirla en un astro del tenis. Sin duda, parece que lo llevó a cabo con perseverancia y una dedicación exclusiva, como pocas veces se ha visto, y con un éxito que el tiempo evidenció en sus frutos. Esto hace de Richard (King Richard es el título original del film) protagonista indispensable de la vida y de los triunfos de Venus y Serena (además de protagonista de la película).

Interpretado por Will Smith, quien hace un excelente trabajo postural y de dicción, su personaje domina todo el metraje y se hace con el espectador con la misma incordiante intensidad con la que impone su voluntad a su familia y a todo aquel al que necesita o le estorba.

La imagen que muestra al público (de la mano del guionista Zach Baylin) es, como poco, controvertida y, con una visión visceral, claramente antipática cuando no directamente indignante. Richard es un hombre totalmente volcado en el futuro de sus hijas. Este anhelo, así como la constancia en sus fines, son envidiables.

No obstante, sin poder negar la sinceridad de El método Williams, en todo momento se tiene la impresión de que hay una subtrama dramática y despótica que no se está contando. La afinidad entre los deseos de Venus y Serena y los de su padre no evita que el espectador se fije en la dureza de los entrenamientos, la ausencia de amistades y la insistente presión sobre ellas, sobre su mujer y las otras hermanas, los entrenadores, patrocinadores, vecinos… Está claro que ningún trayecto vital es fácil y los relatos de superación aumentan la dificultad de los obstáculos, pero muy poco de ello se hace visible en la pantalla.

Centrándonos ahora en lo puramente formal, El método Williams es un film correcto, que sigue las líneas maestras del género del biopic y cierta asepsia al tratarse de personas que siguen con vida e implicadas en la producción. Tiene, como parece ser una manía actual, un metraje excesivo e innecesario, ya que algunas escenas y soflamas resultan repetitivas. Por otro lado, con la buena intención de recrear el contexto socio-histórico en el que crecieron las tenistas, se incluyen algunos elementos que, mal hilados con el resto, resultan inconexos e injustamente superfluos.

Todo el elenco realiza una buena interpretación aunque, como hemos dicho, Will Smith se lleva toda la atención que le da el guion y que él se gana con su estupendo esfuerzo.

La sabiduría popular nos enseña que es de bien nacidos ser agradecidos y es indudable que Richard es, en gran parte, responsable del éxito de Venus y Serena. Honra a las tenistas que hayan hecho este ejercicio de agradecimiento a su progenitor y que hayan cubierto, de alguna manera, lo más duro de la historia. Y de esta manera, culminan un relato interesante y suficientemente entretenido.

Firma: Esther Rodríguez