Ficha:
- 79 min. | Documental
- Público apropiado: Todos-jóvenes
- Año: 2016
- País: Francia
- Dirección: Anne-Dauphine Julliand
- Guión: Anne-Dauphine Julliand
- Música: Robin Coudert
- Sala de proyección: MULTICINES BILBAO ( Escuza, 13 )
- Crítica decine21.com
- por José María Aresté
La fuerza de los niños
Conmovedor documental que sigue el devenir de cinco niños, Imad, Ambré, Camille, Charles y Tugdual, a los que han diagnosticado enfermedades graves que suponen muchas servidumbres y un pronóstico de tiempo de vida limitado. Lo que incluso el adulto con mejores disposiciones aceptaría quizá con muchas dificultades, ellos lo llevan con naturalidad y alegría, manifestando una sorprendente madurez, y esto sin dejar de ser niños, que disfrutan con los juegos, o que lloran cuando lo pasan mal. La película viene a ser como la prueba tangible de que el consejo evangélico de «hacerse como niños» tiene mucho sentido.
La francesa Anne-Dauphine Julliand se formó como periodista, y siendo madre de familia recibió la noticia de que su segunda hija Thaïs padecía una enfermedad degenerativa incurable. Fruto de su experiencia vital son dos valiosos libros, “Llenaré tus días de vida” y “Un día especial”. Ahora se lanza a la aventura de concienciar a la sociedad con una película sobre este tipo de desafíos que toca sobrellevar a niños y padres; y cabía pensar que lograría una cinta correcta y bienintencionada, sin más.
La sorpresa es que Julliand cineasta demuestra una enorme sensibilidad al manejar y presentar en forma de documental el material recogido de los cinco niños protagonistas. Sin un hilo narrativo absolutamente claro, se diría que entrega una suerte de poema, pues ha logrado filmar y combinar armoniosamente preciosas escenas cotidianas de los chavales, algunas muy conmovedoras, y ellos sin acudir a recursos fáciles para provocar la lágrima. Destaca el equilibrio logrado en la contención, sin escamotear los malos tragos, pero tampoco regodeándose innecesariamente en ellos. La directora demuestra muy buen gusto a la hora de escoger encuadres para los planos, y la banda sonora musical apoya bien a las imágenes sin avasallar.
Los comentarios de los niños, sobre los amigos que ya no están, u otras dificultades, sorprenden porque son muy espontáneas, sencillas y nada tremendistas, aceptan que la muerte y el dolor forman parte de la vida. Aunque el papel de los adultos está limitado, también tienen presencia la profesionalidad y entrega de los médicos y personal sanitario de las unidades de paliativos, y el espíritu de sacrificio de unos padres que saben sobreponerse a su pena para que sus hijos tengan una vida lo más rica de contenido posible. Entre los momentos encantadores, me quedo con el de la explicación de por qué Ambré, que parece una niña sana y normal, siempre va con una mochila de princesa a la espalda.