FICHA:

Director: Amin Dora

Intérpretes: Georges Khabbaz, Lara Rain, Emmanuel Khairallah, Camille Salameh, Rodrigue Sleiman, Samir Youssef, Caroline Labaki

Duración: 100 min

Público: Jóvenes

Leba es un cariñoso profesor de música que lleva toda su vida en Mshakkal, popular barrio cristiano de la ciudad costera de Batroun, en Líbano. Allí se educó, allí se casó con Lara —una bella profesora de literatura francesa— y allí viven ambos felizmente con sus dos hijas. Los problemas surgen cuando nace su primer hijo varón, Ghadi, que padece síndrome de Down. Para su familia, el chaval es un regalo del cielo; pero los vecinos no opinan lo mismo, pues Ghadi se pasa el día cantando y berreando. Cuando la situación parece insostenible, a Leba se le ocurre una solución… angelical.

Seleccionada por Líbano para competir en la pasada edición de los Oscar, esta preciosa fábula moral combina la ancestral tradición de los relatos orientales con el cercano costumbrismo, a veces con toques mágicos o religiosos, de grandes cineastas clásicos, como Frank Capra (¡Qué bello es vivir!), Vittorio de Sica (Milagro en Milán) e incluso Luis García Berlanga (Los jueves, milagro). Con estos sólidos referentes, el libanés Amin Dora debuta con sorprendente brillantez, articulando una ágil y emotiva tragicomedia, cuyos personajes derrochan humanidad, y en la que su luminosa celebración de toda vida humana —de nítida inspiración cristiana— se completa con una lúcida crítica al individualismo materialista e insolidario dominante en la actualidad.

Acierta Amin Dora al decir lo que piensa sin complejos ni subrayados moralizantes, encarnando sus ideas en los personajes con veracidad, respeto y un sentido del humor muy oxigenante. Esta riqueza de matices facilita el lucimiento de los actores, especialmente de Georges Khabbaz —sensacional en su caracterización del sufrido e inteligente Leba— y de Lara Rain (la madre) y el niño Emmanuel Khairallah (Ghadi), estos dos últimos a través de sus silenciosas pero poderosísimas presencias. Una gratísima sorpresa, en definitiva, culta y popular a la vez, rotunda en su defensa de la dignidad de cualquier ser humano —sobre todo de los enfermos y necesitados—, sugestiva en sus elogios de la familia, la educación y la religión, incisiva en sus críticas sociales, y memorable en su recuperación para el cine actual de la frescura narrativa y la hondura moral del mejor cine de siempre.

Firma: Jerónimo José Martín