Ficha: 116 min. | Romántico | Drama Público apropiado: Jóvenes-adultos Año: 2016 País: Italia Dirección: Giuseppe Tornatore Intérpretes: Olga Kurylenko, Jeremy Irons, Shauna Macdonald, James Smillie, Irina Kara, James Warren, Florian Schwienbacher, Ian Cairns Una historia de amor apasionado entre la joven Amy, especialista de escenas arriesgadas de acción en películas y estudiante de astrofísica, y su profesor Ed, de más edad, casado y padre de familia. Aunque ambos ignoran adónde les puede llevar la relación, él no deja de sorprenderla con mil detalles de afecto que se anticipan a lo que pudiera desear, es verdaderamente una caja de sorpresas. Al mismo tiempo, enseguida se advierte que ambos guardan espacios de su vida en secreto, tienen miedo a abrirse y compartirlos. Lo que queda especialmente claro cuando Amy, tras dos meses de comunicación sólo digital, teléfono, vídeos, correos electrónicos, y envíos de regalos, se entera de que Ed ha muerto. Lo más curioso del caso es que la relación sigue, pues Ed ha orquestado, siguiendo su gusto por los juegos, un sofisticado sistema de mensajes y regalos, para continuar en contacto con su amada, y ayudarle de algún modo a pasar página. Giuseppe Tornatore, guionista y director, vuelve a rodar en inglés tras La mejor oferta, y de nuevo son reconocibles sus señas de identidad, un romanticismo exacerbado, y el gusto por ofrecer una trama con cierta capacidad de sorprender y emocionar. Todo apoyado por una preciosa banda sonora de su compositor habitual, Ennio Morricone. Aunque Tornatore logra intrigar con su película, también cabe decir que una vez conocido lo que hay, se produce una sensación de estiramiento narrativo, demasiadas cartas ocultas en la manga, que vienen a ser más de lo mismo, por mucho que pretendan resultar novedosas. Cierto que se puede considerar como un modo de subrayar el modo en que nos aferramos a las cosas y las personas, y lo difícil que nos resulta aceptar determinados hechos, pero a la postre el planteamiento resulta demasiado alambicado, un ejercicio de estilo cansino. Puede ser acertada la metáfora de las estrellas, que después de muertas, miles de años después, siguen comunicándonos su brillo, y que lo mismo vendría a ocurrir con la persona amada. Pero a la vez hay una sensación de obsesión casi necrofílica, algo exagerada, de modo que la idea de que la vida continúa –hay que seguir trabajando, amando, perdonando, buscando la paz…– queda algo diluida. Tiene mérito el esfuerzo interpretativo de Olga Kurylenko, a la que toca sostener la película todo el tiempo con su presencia sufriente. Mientras que Jeremy Irons siempre resulta eficaz, aunque aquí venga a la ser la suya como una presencia espectral. Firma: José María Aresté