Wendy (Dakota Fanning) es autista y vive con otras personas con trastornos muy variopintos, en una residencia de San Francisco, dirigida por la psicóloga Scottie (Toni Collette). A Wendy le gustaría dejar la residencia y vivir con su hermana Audrey (Alice Eve), casada y con una hija de pocos meses. Mientras, se sumerge en Star Trek –saga que conoce al dedillo– y en la escritura de un guion de la franquicia galáctica, para presentarlo en un concurso que ha organizado Paramount. Si gana, el premio le permitiría evitar que se vendiera la casa de su infancia y podría trasladarse a vivir ahí.

Esta historia, aparentemente un tanto rara, resulta sorprendente. En primer lugar, por el modo tan original –a mi entender– de mostrar el autismo, utilizando la historia de Star Trek como símbolo. Además, la película, con su tono de road movie, dibuja bien el viaje interior, tanto de la protagonista, como de su hermana y la psicóloga, amiga y casi confidente. Algo recuerda a Pequeña Miss Sunshine o a Thelma & Louise. Y todo, mientras vamos conociendo (espectador y personajes) algunas ideas del guion escrito por Wendy.

Larga vida y prosperidad – qué título tan desafortunado– tiene momentos realmente hilarantes, como el protagonizado por Patton Oswalt en el papel de policía, y toca temas profundos, como la soledad, la enfermedad o la familia. A veces, eso sí, un poco superficialmente.

Dakota Fanning, la niña que brilló en Yo soy Sam, borda su papel de autista: el personaje es muy creíble y, a pesar de no mostrar sentimientos, dada su enfermedad, consigue conectar con el espectador, que sufre con ella. También se puede destacar el trabajo de Collette como la psicóloga segura de sí misma.

La película combina la diversión y el drama, y propicia el debate posterior.

Jaume Figa i Vaello
@jaumefv