Tomar las riendas

Una maravillosa película, auténtica y agradabilísima sorpresa, que rebosa lirismo y autenticidad. Su directora y guionista Chloé Zhao la desarrolló basándose en el hombre que le enseñaba a montar a caballo, Brady Jandreau, especialista a competir en rodeos y entrenador equino en Dakota del Sur, quien tras sufrir lesiones en la cabeza, tuvo que bajar el ritmo de su dedicación profesional. A partir de este hecho real, Zhao ha contado para ficcionar su film con el auténtico Brady Jandreau, su familia –el padre viudo y la hermana deficiente mental–, y algunos de sus compañeros de oficio. No estamos ante un documental, o una recreación dramatizada al uso, y de hecho la familia troca el apellido Jandreau por el de Blackburn; pero lo que el espectador ve en la pantalla resulta sumamente creíble y emociona porque vemos seres humanos de verdad, luchando por salir adelante, nunca monigotes sin alma.

Cuando se habla de la América profunda, gran parte de la opinión pública tiende a imaginar personajes toscos e ignorantes, supersticiosos, amantes de las armas y patrioteros. El film que nos ocupa desmiente esa burda visión, mostrándonos en cambio un estilo de vida más puro, donde el amor al prójimo cuenta, lejos de la superficialidad y la estupidez imperantes en la era de internet y las redes sociales. Sí, los dispositivos móviles sirven para que Brady muestre a su amigo Cat Clifford, seriamente discapacitado por un rodeo, las imágenes de las proezas de antaño, pero no estamos ante la adicción a las nuevas tecnologías, sino que somos testigos del uso razonable y sentado que puede hacerse de ellas, no se trata de demonizarlas.

La cámara de la Zhao es sincera, su fotografía preciosa pero sobria, no oculta los golpes duros de la vida, pero es que además tiene el mérito de atrapar la capacidad que anida en toda persona para sobreponerse a ellos. Resulta apasionante seguir el esfuerzo de Brady por aprehender su personal sueño americano que se le está escapando de las manos, pero que en realidad, adopta otra forma, que quizá no coincida con la deseada, pero que podría ayudar al crecimiento interior. Al estilo del neorrealismo italiano, Brady Jandreau rebosa credibilidad, no será un actor profesional, pero lo cierto es que lo parece, incluso con su aspecto nos hace evocar a un juvenil Keanu Reeves o un Adam Driver. También son completamente auténticos su encantadora hermana Lily y su padre Tim, buen hombre pero aficionado a las máquinas tragaperras.