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Cine: Un océano entre nosotros

 

El gran reto

En los últimos años abundan en la pantalla los personajes que tienen que arreglárselas ellos solos a bordo de un barco, en títulos como En solitario [16], Cuando todo está perdido [17]A la deriva [18]. Se suma a la lista este drama biográfico, que se desarrolla en 1968, cuando Donald Crowhurst trata de ganarse la vida vendiendo un aparato de invención casera para que los navegantes puedan conocer su posición en medio del mar. Para asegurar el futuro de sus hijos, y de su esposa, Claire, decide participar, pese a su inexperiencia marítima, en la Golden Globe Race, competición que premia al primero que logre dar la vuelta al mundo en una embarcación sin escalas, y también al más rápido.

Se disfruta mucho más si se desconoce la historia real que ha escogido esta vez para llevar a la pantalla el realizador James Marsh [6]. En el arranque, parece que las piezas que se colocan sobre el tablero darán lugar a un relato con el mismo esquema que su anterior trabajo, La teoría del todo [19], también sobre un hombre que lucha por lograr sus sueños, venciendo a sus propias limitaciones, con la ayuda indispensable de una mujer fuerte. Pero pronto da un giro radical, hasta el punto de que acaba resultando una historia opuesta, mucho más oscura.

Como resultado, aquí no se habla ni mucho menos de superación personal; no acaba siendo una cinta inspiradora, más bien tiende a resultar un poco indignante. Se habla, eso sí, de las consecuencias de la soledad –el ser humano es social, necesita tener cerca a otros, sobre todo a la familia–, de sacrificio para sacar adelante a los vástagos, de la lucha del hombre contra la naturaleza, y sobre todo del lado oscuro del orgullo, y de la dificultad para hacer frente a las decepciones.

Buena reconstrucción de la época, pese a que el presupuesto parece ajustado. De nuevo Colin Firth [8] se trabaja a su personaje, tiene el mérito de sostener él solo la mayor parte del metraje. Durante gran parte de la narración, no se entiende del todo que una actriz de la talla de Rachel Weisz [7] haya escogido un papel que no tiene la cancha que debería, pero se desquita con un intenso discurso final. Del resto del reparto destaca David Thewlis [9] como director de un diario.