De caballos y hombres nos habla sobre la impronta que deja el hombre en el caballo y el caballo en el hombre. Varias historias se entrelazan en ella. Todas hablan de la lucha en la vida de hombres y caballos en este mundo pasajero. Su tema es el relato clásico del combate entre el hombre y la naturaleza, de los esfuerzos del ser humano por utilizar el poder animal de la propia naturaleza para su beneficio o su condenación.

Director: Benedikt Erlingsson

Guión: Bergsteinn Björgulfsson

Duración: 85′

Género: Documental, Drama

Estreno: 27/06/2014

Público: +16

Valoración: **

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 2

Acción: 3

Amor: 0

Violencia: 3

Sexo: 2

Crítica:

Ópera prima del director Benedikt Erlingsson, galardonada con el Premio a la Mejor Película en la Sección Nuevos Directores del Festival de San Sebastián, De caballos y hombres es una cinta que se aparta del formato habitual al que nos tiene acostumbrados el cine comercial, teniendo en cuenta, como en este caso, que sus raíces nórdicas ya presuman un discurso marcadamente basado en la imagen.

Su desarrollo tiene lugar en la alta montaña, en un entorno de razas fuertes y retraídas a un mismo tiempo, en el que animales, en este caso caballos, y humanos, moran y luchan en un mismo territorio, en el duro espacio en el que se desenvuelven sus particulares vidas.

Salvo breves planos, el film fundamenta su aspecto más genérico en una base marcadamente documentalista, donde los contactos entre hombres y mujeres son puramente anecdóticos, predominando la belleza del cuadrúpedo, solo o en grupo, en su espacio natural. El dramatismo se intensifica ante la crudeza climática del lugar y las dificultades para una normal supervivencia.

Erlingsson, suponemos que para salir de la monotonía del discurso fílmico documental, ha introducido dos escenas de especial osadía, ciertamente absurdas. En ellas, de una forma explícita, pretende hacer patente el proceso reproductor con el que tanto humanos como équidos logran, con sus respectivas parejas, la continuidad de sus especies.

Sinceramente, no hacía falta. Crines, colas, trotes y galopes daban para mucho más.

Fuente:  Joaquín Guitart (www.taconline.net)