- Fuente: La Vanguardia
Las redes sociales nos controlan. Sin darnos cuenta somos espiados por un ojo que todo lo computa y almacena. Nuestros datos son fuente de información para convertirnos en el producto que se vende a empresas. El tiempo que pasas ante las redes, las respuestas que das, los likes, las búsquedas que realizas… Todo está bajo control.
Haz una prueba: realiza una búsqueda de relojes deportivos, o de un perfume y a las pocas horas, tendrás un bombardeo de ofertas vinculadas. Big brother is watching, lo decíamos hace unas semanas en un post anterior. El gran hermano orwelliano nos controla y tiene una cabeza pensante, apta para manipularnos, moldearnos e incluso dirigir nuestra conducta e intereses. Por eso hay que estar muy atento y poner conciencia.
El primer paso es poder liberarse de las redes cuando uno quiera, creando una relación de contacto y retirada. El capitalismo de vigilancia nos quiere hiperconectados todo el día y sufre cuando no sabe de nosotros o desconoce nuestra ubicación, pero la libertad es un derecho que debemos defender. Hay que ser capaces de cortar y desconectar.
España es uno de los países con mayor dependencia tecnológica, de los que más dispositivos posee y con mayor tiempo de conexión diaria. Ordenadores, tabletas y móviles son la puerta de entrada a este ciberespacio de las redes que los smartphones han conquistado. Somos adictos a las redes, y la hiperconectividad mal gestionada puede dar lugar a mal rendimiento tanto en el trabajo como en los estudios. Nos enfrentamos a un fenómeno que afecta a un amplio espectro de la sociedad.
La tecnología no es buena ni mala, todo depende del uso que hagamos de ella. William Gibson, en su novela Neuromante (1984), definió el ciberespacio como un entramado de usuarios y microprocesadores que se reunían para convertir la información en el tesoro más preciado. “El ciberespacio. Una alucinación consensual experimentada diariamente por billones de legítimos operadores, en todas las naciones, por niños a quienes se enseña altos conceptos matemáticos…Una representación gráfica de la información abstraída de los bancos de todos los ordenadores del sistema humano. Una complejidad inimaginable”, escribió.
Las redes son un lugar infinito, un espacio de encuentro, conocimiento y diversión, una maravilla que puede cubrir necesidades sociales y económicas, el escaparate de la actividad o marca personal que queramos promocionar, pero debemos aprender a relacionarnos con ellas de una manera más saludable.
A continuación apuntamos unas claves que pueden ayudarnos a liberarnos de las redes o lograr que seamos nosotros quienes gobernemos la relación.
Hábitos personales
1. Limita las conexiones: tres veces al día
El primer remedio para escapar al control de las redes, es poder decidir por uno mismo cuando entra y cuando sale de ellas. Dada la tendencia habitual a estar hiperconectados, la cuestión pasa por limitar las conexiones diarias. Según las encuestas, nos pasamos tres horas al día en las redes.
El consejo es entrar una vez por la mañana, otra a primera hora de la tarde y, la última, antes de cenar. Es bueno marcarse una rutina, controlando los tiempos de permanencia en las redes para no acabar absorbido por ellas. Cuanto más tiempo pasamos, más nos controlan.
2. Respeta tu ciclo circadiano
Nuestro reloj corporal marca un ritmo de actividad determinado. Si lo escuchamos, entramos en una vida más saludable y nos es más fácil conciliar el sueño. La alta actividad en las redes, puede provocar insomnio.
La naturaleza biológica establece que durante la mañana estamos más activos y en las primeras horas de la tarde mejoramos la coordinación y velocidad de reacción, para desconectar cuando llega la oscuridad. Los naturalistas griegos fueron los primeros en marcar el ritmo circadiano, vinculado al ciclo luz-oscuridad.
Las pantallas virtuales nos confunden, con un mundo en el que siempre es de día. Si queremos poner coto a las redes, mejor ser más activos en la mañana y descansar por la noche.
3. Un fin de semana sin móvil
¡La gran prueba! ¿Puedes pasarte un fin de semana entero sin usar el móvil? ¿Eres capaz de dejarlo en un rincón y mirarlo sólo por si hay una emergencia? No es nada fácil llegar a este punto pero esto es algo que todos deberíamos hacer como práctica para medir nuestra dependencia de las redes y la capacidad de liberarnos de ellas.
Sería aconsejable hacerlo en cada estación del año, en forma de autoevaluación. Dependiendo del diagnóstico, sabremos las medidas a tomar. El objetivo final es medir si eres tú quien controla la actividad en las redes y el uso de dispositivos. Puedes empezar desconectando durante un fin de semana en el campo y acabar probando a hacerlo en la ciudad.
4. Más pasear y menos navegar
La idea sería potenciar la experiencia por delante de la simulación. En vez de desplazarnos navegando por las redes, sal a pasear y camina en busca de algo. Substituye el rastreo digital por la experiencia puramente real. Siente que te desplazas verdaderamente y no simuladamente; tu cuerpo lo agradecerá. La esclavitud de las redes produce altas dosis de sedentarismo.
Anda todo lo que puedas y, si debes navegar, trata de hacerlo de incógnito para escapar del control de las redes. Muchos de los navegadores actuales permiten esta opción que al cerrar el ordenador, no deja rastro de tu acceso, tus contraseñas o correos electrónicos.
Hábitos económicos
5. Nada de búsquedas comerciales
Si estás buscando algo que comprar, abandona el navegador, porque de lo contrario las redes no tardarán en contraatacar con ofertas suculentas o tentándote con aquello que no precisas. El ojo que todo lo ve, controla tus movimientos en el mundo digital. Si sales de él, nadie te priva de rastrear visualmente por las tiendas o centros comerciales para elegir aquello que necesitas. Cualquier búsqueda en Google u otros navegadores tiene consecuencias a medio, corto y largo plazo.
6. Paga en efectivo
Cuando pagas con tarjetas o a través de plataformas de pago, el sistema controla tus gustos e intereses, pudiendo recabar información sobre ti. No dejes que sepan qué tipo de comprador eres almacenando tu comportamiento, tendencia o los días y las horas en las que compras. Libérate de ello. Si pagas en efectivo te verás anticuado, con la dificultad añadida de encontrar un cajero, pero escaparás al control.
7. Prioriza el comercio local
Ayudar y potenciar el comercio local es bueno en los tiempos que corren. Las redes benefician a gigantes como Amazon, que ponen en riesgo a todo tipo de pequeños comercios. No pienses sólo en tu propia comodidad, moviliza tu cuerpo y actúa para ayudar a tu entorno, haciendo que tu actividad económica gravite a su alrededor.
Si no lo haces, un día saldrás a la calle y no estará aquel colmado de toda la vida, el lugar donde tomabas el café o la pequeña librería que tan bien te aconsejaba.
Hábitos digitales
8. Uso consciente
No todo es prescindir de las redes. Lo hacemos para desapegarnos y recuperar el control sobre ellas. Una vez liberados de la adicción, debemos reprogramarnos para a hacer un buen uso de ellas. Lo primero es poner conciencia de nuestra actividad y uso.
Establece una intención clara: quiero publicar contenido diario porque siendo activo en las redes obtendré mi clientela… ¡Perfecto! Pauta una estrategia y ve a por ello, pero no dejes que las redes te arrastren con sus cantos de sirena.
9. Más allá del ego-like
Practica el desapego. Esta máxima budista nos sirve también para liberarnos de las redes en uno de sus aspectos más alienantes: la dependencia de los likes.
Detrás de todos los “me gusta” que buscamos hay un ego vanidoso que espera inflarse mediante la superficialidad exterior. Es bueno querer compartir y tener feedback, pero la felicidad puede ser algo interior.
Sal del ego-like y verás lo libre que te sientes. Las redes te miden y evalúan. Si te liberas de ellas, bajarás la exigencia y vivirás más tranquilo.
10. Cuida tu privacidad
Tu vida es tu vida. Puedes hacerla pública, pero sé tu quién decide. No permitas que el control de las redes ponga tus datos al alcance de todos a menos que así lo desees.
Controla tus cuentas, evita que los demás puedan tener acceso. Cambia tus claves de forma habitual y, sin ser paranoico, cuida tu privacidad. Este es un derecho que todos tenemos. Si lo deseas, evita la geolocalización para que no sepan permanente donde estas.
Siéntete libre y sal del control de las redes. ¡Tu vida cambiará!