Diego, Emilia, Richard y Betina son dos parejas amigas de toda la vida. A los 40 años son exitosos profesionales. Diego y Emilia tienen un hijo de 14 años y una vida familiar organizada, mientras que Richard y Betina, que no tienen hijos, llevan una intensa vida social. Una noche de celebración, Richard y Betina les confiesan a sus amigos que practican el intercambio de parejas, y que les encantaría compartir esa práctica con ellos.

 

 

 

 

 

Director: Diego Kaplan

Intérpretes: Adrián Suar, Julieta Díaz, Carla Peterson, Juan Minujín, Alfredo Casero, Tomás Wicz

Guión: Juan Vera, Daniel Cúparo

Duración: 107′

Género: Comedia

Estreno: 01/05/2013

Público: +18

Valoración: **

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 2

Acción: 0

Amor: 0

Violencia: 0

Sexo: 4

Crítica:

Dos más dos se construye como un relato cómico del intercambio de parejas, conocido también por el anglicismo Swingers. El director argentino Daniel Kaplan analiza en tres fases esta práctica popularizada en la época hippie: las reticencias, la ejecución y las consecuencias. En teoría, según la historia, es un modo para fortalecer el matrimonio, despertar la pasión y vencer la rutina y la crisis de pareja.

Para empezar, la solución a este tipo de problemas matrimoniales no sólo se debe focalizar en el sexo. La vida de pareja tiene más ángulos que Dos más dos obvia. Claro que el sexo es más mediático y fácil a la hora de conjugarlo con humor y en la gran pantalla. Se agradece a Kaplan no ser excesivamente grosero con este tipo de material, además de incluir alguna crítica acertada a la hipocresía.

Interesante también es cuando la conducta más cuerda y lógica -interpretada por el actor Adrián Suar- es vista por los personajes como la más disparatada y desfasada. En este sentido, el personaje de Suar, a pesar un cierto histrionismo, ofrece los mejores momentos cómicos. Sus compañeros de reparto también cumplen notablemente con sus papeles.

La ejecución del plan se muestra menos de lo que se habla de ello. Y su conclusión final con regusto a moralina acaba como es de esperar, sin necesidad de tener tantas experiencias en carne propia. Claro que esta obsesión por probar y sentir se entiende en sociedades ahogadas por el consumo y el materialismo, con una parte espiritual ausente. En este sentido, no extraña que los protagonistas triunfen en sus respectivos trabajos y tengan un alto nivel adquisitivo.

 

 

Fuente: Montserrat Bros (www.taconline.net)