Berners-Lee arremete contra gobiernos y empresas que se aprovechan de sus ciudadanos y usuarios en la web

La web global, la red descentralizada de documentos e información conocida como la World Wide Web, cumple 30 años desde que fuera creada por el ingeniero británico Tim Berners-Lee, hoy Sir Thomas Berners Lee, en el CERN en Suiza. Este invento europeo tomó pie sobre la construcción principalmente estadounidense que fue el Internet, y casi de la noche a la mañana, revolucionó la sociedad.

Sin embargo hoy en día, Berners-Lee no está todo lo orgulloso que podría esperarse de su hijo. En una carta abierta publicada en honor al aniversario, observa que “aunque la web ha creado oportunidades, dado voz a grupos marginalizados, y hecho más fáciles nuestras vidas, también ha creado oportunidades a los timadores, dado voz a los que difunden odio, y hecho todo tipo de crímenes más fáciles de cometer.”, y apostilla con un mensaje a las grandes corporaciones: “Las empresas deben esforzarse para asegurar que buscar mayores beneficios a corto plazo no quede a expensas de los derechos humanos, la democracia, los hechos científicos y la salud pública”.

 

No se puede culpar a un gobierno o una red social concreta de todos los problemas”

Tim Berners-Lee at his desk in CERN, 1994.

Sus palabras son ciertas. Hoy la web no es más que un reflejo de la humanidad, para lo bueno y para lo malo. De la misma forma que el teléfono o el automóvil pueden ser usados para cometer crímenes, no dejan de ser meras herramientas que no actúan por su propia cuenta. No obstante, la naturaleza especialmente tecnológica y en constante evolución de la web, permite hacer ajustes a su funcionamiento de forma constante, y Berners-Lee tiene varias propuestas.

Una de estas propuestas sería intentar reducir el peso y la incidencia de modelos de negocio basados en publicidad que recompensan de forma financiera la desinformación. Esto se puede hacer con mayor control de las grandes redes publicitarias que sustentan estas campañas, o con opciones legales que las limiten. Los problemas pueden venir cuando haya que decidir la categorización de este contenido.

La web como herramienta que es, solo es un reflejo de la humanidad que la usa

Otro de los grandes problemas que el británico espera que se pueda solucionar en el futuro son los parámetros de los algoritmos en redes sociales que premian discurso polarizante y que disminuyen la calidad de la conversación. Aquí poco tiene que ver la web abierta que él creo con los sistemas cerrados y privados donde este tipo de contenido son más prevalecientes, pero no le quita razón.

 

Para tratar la enfermedad identificada por estos síntomas, su organización, la Web Foundation, trabaja con gobiernos y organizaciones de todo el mundo en pos de un “Contrato por la Web”, en el que primer la libertad de acceso y de conocimiento. Si este contrato pasa de un mero documento a unos acuerdos internacionales o se convierte en leyes nacionales. Queda por ver si llegará a tanto o se queda en un brindis al sol.

El Contrato por la Web: por unos 30 años mejores

Este memorando está dividido en deberes y derechos para gobiernos, compañías privadas y para los propos ciudadanos. En su primera parte establece las normas que los gobiernos deben respetar: (1) asegurar el derecho a la conexión a Internet a cualquier persona independientemente de su origen o situación, (2) mantener Internet disponible de forma constante y abierta en todo momento, y (3) respetar los derechos universales a la privacidad de los usuarios de la web.

Para las compañías, la Web Foundation propone (1) crear un Internet más accesible y asequible, para que nadie quede exluido de participar en él, (2) respetar la privacidad de sus usuarios y clientes a nivel personal, y (3) desarrollar tecnologías que potencien los mejores aspectos de la humanidad poniendo los intereses de la población por delante.

 

Por último, de las personas individuales se espera (1) que sean colaboradores y creadores wen la web para que haya contenido relevante disponible para todos, (2) construir comunidades robustas que respeten la conversación civilizada y la dignidad de las personas, y (3) luchar porque la web permanezca siempre abierta y sea un recurso global disponible para todos.