“¡No insultéis jamás a una mujer que cae!” (Victor Hugo).

Se puede intentar hacer una televisión exquisita contando con grandes ideas, presentadores solventes, guionistas de cine y un presupuesto estratosférico invertido de manera cabal, pero no merece la pena. Es mucho más sencillo y rentable utilizar un formato trillado, contratar guionistas de saldo y gastarse el dinero en un presentador sin escrúpulos que sea capaz de llamar “hija de puta” a una concursante grotesca. Con esta última fórmula, utilizada por Telecinco en el concurso “Supervivientes”, han conseguido audiencias estratosféricas: 32,7% de cuota y más de cuatro millones de espectadores.

La audiencia es la base de la televisión. Por tanto, no nos engañemos, dominas este medio de comunicación cuando consigues grandes audiencias. El resto, la calidad y otras minucias, solo sirven para que te inviten a cursos de verano en El Escorial. La audiencia es el pasado, el presente y el futuro de la televisión, y todo está permitido para atraer telespectadores a tu red. Hacer grandes programas es muy caro y difícil, sobre todo si tenemos en cuenta que para conseguir grandes audiencias basta con hablar como un camionero en la barra de un puti club de carretera. Es el efecto “hijoputa”. La ofensa como reclamo. La fórmula de “Supervivientes”, concurso basado en la manipulación, primero, y en la hipocresía, después. Recuperan a una concursante ya expulsada, pero muy maleducada y polémica, y la incorporan al programa. Manipulación. Reúnen al personaje en cuestión con otra concursante, cuñada de un torero a punto de morir, para después echarse las manos a la cabeza cuando la conversación se torna macabra. Hipocresía.

“Soy una mártir con mucha audiencia”, dice la concursante insultada por el presentador desde la portada de Interviú. ¡Benditos mártires audiovisuales, que rentabilizan su tortura y hacen del suplicio negocio! Y es que la polémica por el insulto de un presentador a una concursante ha disparado las audiencias no ya del programa “Supervivientes”, sino de todas las franjas de la cadena. Ana Rosa Quintana y compañía han aprovechado el rebufo “hijoputa” y reinan en la televisión nacional.

Diez meses después, Telecinco ha arrebatado el liderazgo de audiencia a TVE. En España, la telebasura manda. “Telebasura tu puta madre, guapa.”, escribió Jordi González, presentador de “La noria” (Telecinco), en su Twitter. “Los que hablan de telebasura son racistas intelectuales”, insiste el patrón, Paolo Vasile. El efecto “hijoputa”, el ultraje como señuelo, eterno recurso de intelectos en descomposición, forma parte de la idiosincrasia de Telecinco, y demuestra que se puede hacer televisión rentable con muy poco desgaste mental.

Fuente: Javier Pérez de Albéniz (elcuartopoder.es, 12 julio 2011)