El-juego-de-Ender

En un futuro cercano, una raza alienígena conocida como los Insectores ha atacado la Tierra. De no ser por un héroe legendario, el Comandante de la Flota Internacional Mazer Rackham, todo se habría perdido. Preparándose para un próximo ataque que determinará el futuro de la Tierra y la salvación de la raza humana, el estricto Coronel Hyrum Graff y el Ejército Internacional entrenan sólo a los mejores niños para encontrar al futuro Mazer. Entre ellos está Ender Wiggin, un brillante estratega en quien Graff ha depositado todas sus esperanzas para que se convierta en el nuevo líder de la flota.

Director: Gavin Hood

Intérpretes: Asa Butterfield, Harrison Ford, Abigail Breslin, Ben Kingsley, Hailee Steinfeld, Viola Davis, Suraj Partha

Guión: Gavin Hood

Duración: 114′

Género: Ciencia-ficción

Estreno DVD: 05/03/2014

Público: +12

Valoración: ***

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 0

Acción: 3

Amor: 0

Violencia: 3

Sexo: 0

Crítica:

La esperada adaptación de una de las novelas de ciencia ficción más populares e influyentes de la década de los ochenta se ha hecho realidad más de un cuarto de siglo después de la publicación del texto original. Orson Scott Card escribió en 1985 El juego de Ender partiendo de un relato corto propio, inaugurando así una saga cuyas secuelas y narraciones paralelas han llegado hasta nuestros días. En ellas el autor ha tratado de seguir la tradición del género en sus intentos de conjugar la acción futurista con reflexiones de carácter social, político y antropológico.

El escogido para liderar este proyecto, después de varios años de rumores y tentativas fallidas, ha sido el sudafricano Gavin Hood, que vio como se le abrían las puertas de Hollywood cuando en 2005 ganó el Oscar al mejor film de habla no inglesa con Tsotsi. Desde entonces, se ha hecho un hueco en el cine de gran consumo con títulos como Expediente Anwar o X-Men orígenes: Lobezno.

La capacidad técnica del cine actual es indudablemente poderosa y efectiva a la hora de sorprender visualmente al espectador, y la ciencia ficción es uno de los formatos que mejor ha podido valerse de ella. En este sentido, Hood y su equipo demuestran oficio para sostener el amplio despliegue de medios que se les ha ofrecido, y consiguen mantener las expectativas comerciales más básicas de la película con una gran ambientación y una simulación de escenarios y situaciones lo suficientemente espectaculares para ser un éxito en taquilla.

Sin embargo, todo este envoltorio no consigue esconder algunas deficiencias argumentales y narrativas del film, principalmente debidas a la monotonía de su acción y, sobre todo, a la dificultad de trasladar a la pantalla un material literario demasiado extenso y complejo para las dos horas de metraje de la cinta, que ha obligado a Hood a ser excesivamente selectivo y esquemático. A El juego de Ender del sudafricano se le hace inevitable obviar o, directamente, eliminar elementos de su referente novelístico y, pese a mantener las claves de la creación de Card, no encuentra tiempo para hacer cuajar el interesante fondo que se intuye.

De este modo, toda la reflexión que se pretende construir en torno al hombre y su naturaleza, la moralidad y justicia de sus actos, el liderazgo, la idolatría, la educación, la libertad, o la legitimidad de los medios para alcanzar un fin y la instrumentalización del sujeto queda planteada de forma algo leve y superficial, y en pocas ocasiones explota sus posibilidades lo suficiente para quitarle un poco de protagonismo al simple entretenimiento.

Quizás por ello, esta adaptación no termine de convencer a la legión de seguidores de una novela que, desde su publicación, ha captado lectores de todas las edades, y que en su traslación a la pantalla parece haber adoptado cierto aire de inicio de saga juvenil.

Ante esto, cabe resaltar la necesidad de abordar El juego de Ender desde una perspectiva que permita distinguir y comprender los elementos y conclusiones (como se ha dicho, mejor o peor apuntadas) de un relato que guarda una importante carga de violencia, no siempre explícita, en su desarrollo y en la evolución y motivaciones de sus personajes, y que sumerge a sus jóvenes protagonistas en un mundo adulto en el que, cuando el debate se presenta, se le exige al espectador madurez en sus lecturas.

Fuente:  Juan Xipell (www.taconline.net)