En 1973 la Guerra Fría rige todavía las relaciones entre países. El Servicio Secreto de Inteligencia británico batalla como puede para evitar posibles fisuras. El jefe de la Cúpula, Control, es expulsado de la agencia debido al fracaso del agente Prideaux que él mismo mandó a Hungría. Con él, también queda fuera Smiley, un hombre discreto, que sufre por la reciente separación de su esposa Anna.

Poco después, Smiley es reclutado por el subsecreatrio de la Oficina del Gabinete para que trabaje para el gobierno investigando a sus antiguos compañeros en la Cúpula. Se sospecha que un agente doble está amenazando la solvencia y seguridad de los Servicios Secretos.

Director: Tomas Alfredson

Interpretes: Gary Oldman, Kathy Burke, Benedict Cumberbatch, David Dencik, Colin Firth, Stephen Graham, Tom Hardy, Ciarán Hinds, John Hurt

Guión: Bridget O´Connor, Peter Straughan

Duración: 127’

Género: Thriller

Estreno: 23/12/2011

Público: 18+

Contenido: Acción 2/6, Violencia 3/6, Sexo 1/6

Valoración: 5/6

Crítica:

La Guerra Fría sigue de moda con sus espías y su mundo de color gris. Peter Straughan deja a los agentes del Mosad que dibujó en La deuda y, coge la pluma junto a su esposa Bridget O’Connor para profundizar, esta vez, en la agencia de inteligencia británica. Ambos consiguen que el mismo John le Carré aplauda su reconfiguración de la novela que publicó en 1974 y que tuvo una exitosa miniserie de televisión con Alec Guinness como protagonista.

Straughan (firmante de comedias como Los hombres que miraban fijamente a las cabrasNueva York para principiantes) y O’Connor logran, junto al director, recrear un ambiente pesado y triste que sale de los personajes y de la misma atmósfera política y social de los 70. Y es que Tomas Alfredson, el sueco que impresionó con la peculiar y brillante Déjame entrar, se ha traído al mismo director de fotografía de dicho título para elaborar una luz –fría y brumosa- en plena consonancia con lo turbio que se explica. Ese icono fílmico lo completa una dirección artística y un vestuario destacablemente acertados.

Alfredson adopta una postura como realizador omnisciente que trae locos a los espectadores y personajes con sus silencios y retenciones de información. De ahí que su relato enganche perfectamente con una estructura labrada a base de saltos temporales, que hay que intentar hilvanar para recomponer los sucesos y descubrir el misterio.

Datos y emociones se ocultan o vislumbran, casi siempre a través de elementos visuales, como esos planos detalles de explosivo simbolismo o esas elipsis que despiertan nuevas preguntas. Y es que la ambigüedad es propia de la profesión de espías y, por ende, del género thriller. Además, para la dirección se recuperan algunos estilos de zooms propios de los años setenta, siempre en el contexto de una planificación elegante, y homenajes a la inagotable virtuosidad de la fachada de La ventana indiscreta.

Gracias a todo esto, la carga antropológica del film es más densa y rica que en otras propuestas del estilo. Como en La deuda, Straughan retrata el lado más triste, lánguido y oscuro de la profesión. La nostalgia por un pasado idealizado en lo matrimonial, familiar, de amistad o camaradería laboral, donde aún se entendía una vida con ideales patrióticos, inunda El topo. De hecho, ese pasado vaga por el film convertido casi en fantasma, sobre todo la mujer de Smiley. De ahí que el aire apesadumbrado y cansado de esos veteranos otorgue un tinte algo posmoderno a unos personajes tocados por la corrupción del sistema -de la cual algunos de ellos son responsables- y también de las relaciones humanas. En todo esto, el guión no es nada tosco, con la excepción de un par de escenas, y deja claro que nadie sale indemne en esa shakespiriana batalla de pasiones y poder.

Fuente: Lourdes domingo, Taconline