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En la Era Taisho japonesa (1912-1926), un chico de campo decide convertirse en diseñador de aviones. Va a la universidad en Tokio, donde se convierte en ingeniero de elite en la gran industria militar. Su talento aflora al mismo tiempo que sus sentimientos por la joven Nahoko.

Director: Hayao Miyazaki

Guión: Hayao Miyazaki

Duración: 126′

Género: Animación, Biográfico, Drama

Estreno: 25/04/2014

Público: +7

Valoración: ****

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 1

Acción: 2

Amor: 0

Violencia: 0

Sexo: 0

Crítica:

Hayao Miyazaki se despide del cine (según afirmó) con esta película que cierra una época del cine japonés y mundial, y no sólo en lo que respecta a la animación. Este director, o mejor dicho autor y poeta visual y narrativo, configura su film más adulto (en cuanto a los contenidos) y un auténtico homenaje al tesón y aprovechamiento de los talentos y el impulso creativo.

El viento se levanta se inspira no sólo en la vida del ingeniero Jiro Horikoshi, sino también en el relato de Hori Tatsuo (a ambos se les dedica el film), cuyo título homónimo recoge una inspirada frase de un poema de Paul Valéry.

Miyazaki no pierde fuelle como humanista. Su guión y animación logran emocionar y retratar con intensa belleza y vigor la naturaleza (ese viento que adquiere un protagonismo ejemplar y pluriforme en las tramas, esos reflejos en el agua, esas sombras en las praderas y montañas), incluso con asombroso terror (las secuencias del terremoto e incendios o los momentos bélicos, trazados con un simbolismo sutil). Pero también cautiva su fotografía de la naturaleza humana (esa miopía física del protagonista, simultánea a su capacidad para soñar y para ver y empatizar con el sufrimiento de los demás), marcada por la innata determinación hacia el sacrificio (borda el romanticismo dramático).

A la vez, el fundador del estudio Ghibli efectúa un especial giro o guiño hacia el neorrealismo y el clasicismo fordiano (John Ford) en el dibujo de las consecuencias del terremoto de 1923, la crisis financiera y la oleada migratoria del campo a las ciudades, así como en la caracterización humorística de esos personajes masculinos malhumorados pero de gran corazón, como el jefe de Jiro en Mitsubishi.

La película ofrece un relato para todas las generaciones, dado que hay temas históricos y realmente dramáticos (además de los citados se alude al Japón humillado, a la dificultad del acceso de la mujer a la vida laboral y a la formación universitaria; no se esconde el dolor ni la enfermedad o la muerte, así como los temores de Horikoshi de que sus proyectos se emplearan para la guerra) que, sin embargo, se introducen con una delicadeza y perfección en el guión para que el pequeño espectador crezca no sólo en sensibilidad estética sino en madurez ante la vida.

La geografía del país, la competitividad y complicidad en la tecnología y en el diseño industrial (Junkers, Caproni…), la música clásica como elemento diegético, así como Thomas Mann directamente citado dejan que la película se convierta o cierre como un completísimo regalo de Miyazaki a su público.

Fuente: Lourdes Domingo (www.taconline.net)