Decididamente, a TVE no le sienta nada bien la gubernamentalidad. Y no porque pierda crédito, que ese pecado ya no tiene enmienda, sino porque se le pone un humor de perros. La última ha sido la de González Pons, el martes por la mañana, en los desayunos que pastorea -precisamente- Ana Pastor. Fue que la Pública llamó a Pons para que dijera si el PP iba a firmar un acuerdo económico con el Gobierno. Era, sí, una de las noticias del día. Pons habló, en efecto. Llevó el agua a su molino y, aprovechando los datos del paro, dijo que «hay doscientos mil contribuyentes menos, y el Gobierno besándose a sí mismo». Pero el portavoz del PP quería, además, opinar sobre las novedades del ‘caso Faisán’, que se mire como se mire era otra noticia del día. Entonces a Ana Pastor le entró prisa, zanjó a Pons, despidió la conexión y adiós muy buenas. Y la comunicadora aún se permitió una ironía del tipo «gracias por introducir los temas de nuestra tertulia». Total, que nos quedamos sin saber lo que pensaba la oposición del relevante hecho de que el teléfono móvil del subsecretario de Interior aparezca como origen del chivatazo a ETA. Hombre, vamos a ver. Vale que el tema del programa era la foto del acuerdo, y no el ‘caso Faisán’. Pero es significativo que en un día como ese la nave matinal de TVE vaya a elegir como tema de portada, de entre una actualidad extremadamente áspera, el asunto menos lesivo para el Gobierno.
Por otro lado, la señora Pastor debería saber que está muy feo cortar a un invitado de postín cuando quiere decir algo. Pero, sobre todo, está mucho más que feo organizar la realidad como si no fuera la que es, sino la que uno quiere o la que el jefe decide. La impresión que dio Ana Pastor esa mañana fue que en la televisión pública solo cabe la oposición política cuando habla de lo que TVE quiere que hable. Eso recuerda demasiado a aquella vieja fórmula del «legítimo contraste de pareceres» que antaño se usaba para permitir la disidencia, pero dentro de un orden. El paisaje se oscurece. También en esto.
Fuente: J.J.Esparza (El Diario Vasco, 4-2-2011)