foxcatcher

Solo, hundido y sin recursos, el ex-campeón olímpico de lucha libre Mark Schultz (Channing Tatum) es invitado, de repente, por el millonario John du Pont (Steve Carell) para viajar a su lujosa finca y montar juntos un equipo para los Juegos de Seúl 1988. Mark aprovecha la oportunidad con la intención de salir también de la sombra de su popular hermano mayor David (Mark Ruffalo), prominente entrenador y ganador igualmente de la medalla olímpica.

Pero una vez instalado en el centro de entrenamiento de la granja “Foxcatcher”, lo que en principio parece una relación de amistad y respeto mutuo se vuelve algo más oscuro debido a la personalidad explosiva de DuPont y a la presión psicológica que ejerce contra todos los de su alrededor.

Director:Bennet Miller

Intérpretes:Steve Carell, Channing Tatum, Mark Ruffalo, Siena Miller

Guión: Dan Futterman, E. Max Frye

Duración: 129’’

Género:  Biográfico, Drama, Deportivo

Estreno: 6/2/2015

Público: +18

Valoración: ***

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 0

Acción: 1

Amor: 0

Violencia: 1

Sexo: 1

Crítica:

Foxcatcher es un siniestro despliegue de algunos azotes de la Norteamérica que el cine retrata con cierta frecuencia. Para ello, Bennet Miller se mantiene en las premisas de “hechos reales” que le han permitido llegar a finalista en los Oscar con Moneyball y Truman Capote, así como en el lado más funesto del éxito y el dinero, aunados con el crimen.

El guión adapta la historia de los hermanos Schultz, campeones olímpicos de lucha libre, vapuleados por una familia rota desde edad temprana y por los vaivenes del éxito y la falta de financiación deportiva. Con el foco principal en Mark, el más pequeño de los dos, las tramas también abordan la soledad de John du Pont y su problemática personal como una especie de Edipo americano. Al mismo tiempo, la escritura de Dan Futterman y E. Max Frye traza una compleja y emotiva relación fraternal.

Foxcatcher arranca con un prólogo de películas y fotos de archivo que describen la alta alcurnia du Pont. En medio de dichos planos envejecidos, se vislumbra una escena de caza del zorro que constituye la gran metáfora del film. Esta imagen fantasma recorre los jardines y los pasillos de la mansión y del gimnasio, entre los múltiples objetos acumulados por el linaje y los años, incluido su peculiar arsenal militar, de manera que Foxcatcher se balancea entre Ciudadano Kane y El crepúsculo de los dioses. Poder económico y poder psicológico, infancia quebrada por la inestabilidad y madurez arruinada por no encajar los cambios de ciclo. Miller logra que todas esas piezas se acoplen a otro de los emblemas del film, el patriotismo idealizado que llega a ensordecer la realidad.

En este terrible descenso a los infiernos, los cineastas se ayudan de material audiovisual del momento y de recreaciones de piezas documentales-propagandísticas de John du Pont, que hoy pueden verse en Youtube. Ese estilo en la composición del puzzle conduce a Foxcatcher hacia el camino de la solemnidad. A ello se suma su metraje, no excesivo, pero tampoco breve; el empleo hábil del silencio incómodo del protagonista; las temáticas definitorias del alma (y pesadilla) norteamericanas; y un arco de tiempo de más de una década, que sumergen al espectador en la sensación de que se le quieren contar algo más que un hecho real.

Como en tantas otras producciones concebidas con la palabra Oscar en su frente, la polémica ha aparecido. Esta vez bajo el disfraz de desajustes puntuales, pero serios, entre la versión de Mark Schultz y la del film. No obstante las pretensiones, esta película cuela como biopic de guión elaborado, actuaciones sólidas y de lograda coherencia visual. Nada más, o nada menos, según se mire, en cuanto a lo estrictamente cinematográfico.

Mientras tanto, la tristeza que se acumula secuencia a secuencia (más trágica por ser real) se anota un tanto en lo que respecta a su conexión con el espectador. Precisamente, en las manos del público queda el interesante balance que puede hacerse de todos los asuntos que colean en Foxcatcher, todavía contemporáneos y cercanos.

Fuente: Lourdes Domingo (www.taconline.net)