Una razón brillante (2017)

 

El arte de la retórica

Decidida a convertirse en abogada, la joven de origen árabe del extrarradio Neïla Salah se matricula en una importante facultad de París. No empieza con buen pie, ya que llega tarde a su primera clase, impartida por Pierre Mazard, polémico provocador, que la humilla por su falta, con algunos comentarios xenófobos. Denunciado por los alumnos, el rector propone al profesor una forma de redimirse para no tener que expulsarle y salvar la imagen del centro: preparar a su alumna para el concurso nacional de debate.

Reconocido actor que ha participado en producciones de Hollywood como Munich o La intérpreteYvan Attal debutó como realizador en 2001 con la simpática comedia Mi mujer es una actriz, llena de elementos biográficos en torno a su matrimonio con la célebre Charlotte Gainsbourg, con la que tiene tres hijos. Su quinto trabajo tras las cámaras ha logrado tres candidaturas a los premios César, en las categorías de película, actor y actriz revelación.

Película ideal para proyectar en las escuelas, por su apología de la inteligencia y el razonamiento, y también porque subraya la importancia de encontrar un buen profesor, capaz de transmitir conocimiento, se diría que independientemente de sus motivaciones o su moral personal. El propio Attal ha coescrito con otros autores un guión, que se distingue por sus diálogos, no sólo excelentes, sino que consiguen abordar sin pedantería cuestiones como el valor de tener razón, y de saber llevar una discusión, independientemente de estar en la verdad. El docente protagonista se apoya en el clásico “El arte de tener razón”, de Arthur Schopenhauer, repasando algunas de sus 38 métodos para ganar una discusión, independientemente de la posición que se defienda… ¡como si se trata de la eutanasia masiva de la población!

En este sentido, Daniel Auteuil ofrece una lección interpretativa, no se dan datos que expliquen por qué su personaje se ha convertido en un cínico, pero con su trabajo deja intuir que ha sufrido dolor. Forma buen tándem con la joven Camélia Jordana (O los tres o ninguno), que aporta una enorme espontaneidad, y una fresca predisposición a la risa que cuadra muy bien con su personaje. Como buena película de encuentro entre dos personajes que se cambian para siempre el uno al otro, pese a sus prejuicios iniciales, sobra el resto del reparto, pese a la buena labor como secundarios de Nicolas Vaude (el rector) o Yasin Houicha (el conductor que encandila a la protagonista). La puesta en escena parece responder a esa sencillez que se reivindica para comunicar mejor, aunque destacan sobre todo las hilarantes secuencias en las que los protagonistas preparan sus habilidades dialécticas en un vagón de metro.