Apocalypto (2006)

Civilización en caída libre

Civilización en caída libre

Apasionante película de Mel Gibson, situada en la época de decadencia de la civilización maya anterior a la llegada de los españoles al nuevo mundo. La historia que se cuenta es sencilla, y si se quiere, hasta convencional. Un pueblo de indígenas vive en relativa tranquilidad, dedicados a la caza y a las ocupaciones del hogar. Entre bromas a veces crueles, el cariño de la familia, y los relatos del clan alrededor del fuego, a cargo de un venerable anciano, transcurre una existencia primitiva que tiene algo de idílico, y que en su narración se diría deudora de Bailando con lobos de Kevin Costner. Pero todo se va al traste con la llegada de un grupo guerrero, que asola la aldea y captura a un puñado de robustos varones, a los que mantiene vivos con propósitos ignotos. Uno de ellos es Garra de Jaguar, que mantiene su esperanza de huir por el recuerdo de su mujer encinta y su pequeño hijo, ocultos en un profundo hoyo del que debe rescatarles.

Gibson es un cineasta poderoso, como demostró en el correcto drama El hombre sin rostro, y sobre todo en Braveheart y La Pasión de Cristo, títulos que acreditan a un maestro del cine, aunque algunos se empeñen en acallarlo, por mezquinas razones ideológicas. Aquí entrega un film de acción trepidante, de asombrosa fuerza visual y ritmo increíble, que aprovecha todas las posibilidades que ofrece una cultura misteriosa, la maya, de la que ignoramos tantas cosas, superando así el reto que no supieron afrontar filmes como Rapa Nui. Gibson asimila bien algunas influencias, las hace suyas, desde Acorralado, hasta las aventuras tintinescas de “El templo del sol”, y sabe crear situaciones límites para las que parece que no hay salida, para resolverlas de modo brillante, incluido el sobrecogedor final.

Esta historia, pese a su inusitada violencia, innegable pero entendible por la trama y por las tendencias hiperrealistas dominantes en el cine actual, transmite emociones genuinas bien comprensibles por un público universal. Porque al final, Gibson, con el guión bien documentado históricamente, coescrito junto a Farhad Safinia, está hablando de las cuestiones básicas que interesan a una civilización digna de ese nombre, y que siguen siendo de rabiosa actualidad en nuestro mundo globalizado, con elementos esperanzadores, sí, pero también con otros que hablan de decadencia: familia, el valor de la vida humana, la tentación omnipresente de la corrupción, la manipulación de las masas, el afán de venganza y la obcecación, la inclinación religiosa natural del hombre… Y el miedo, el miedo que nos asalta, ante la posibilidad de dilapidar la herencia de este mundo. El talento de Gibson para contar una historia de interés para un público amplio, y que trata los grandes temas que nos ocupan a todos, es, sencillamente, asombroso. Además, sabe sacar todo su jugo a un reparto de completos desconocidos, estupendos en sus respectivos papeles, y lo que es más difícil, dotarlos de sus peculiaridades, de modo que son reconocibles para el espectador, al que afectan sus pequeños y grandes dramas personales.