Las aventuras de Jeremiah Johnson (1972)

Búsqueda interior

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Antes de que Kevin Costner bailara con lobos, Robert Redford, un hombre del lejano Oeste, hizo lo propio con osos en Las aventuras de Jeremiah Johnson. En efecto, el actor da vida al personaje del título, un hombre que abandona la civilización para vivir en comunión con la naturaleza, viviendo de la vegetación y de los animales que caza. No es tan sencillo, pero por suerte tendrá como maestro a un trampero, que le dará algunas lecciones de gran valor. Él no pretende molestar a nadie, pero como se mueve en la frontera con territorio indio, se va a convertir en sujeto de disputa entre guerreros Crows que pretenden demostrar el valor que poseen a su costa.

Sydney Pollack entregó una fabulosa película, en la que fue la segunda de las siete en que trabajó con su actor fetiche Robert Redford. Antes de rodarse se barajaron varios nombres, entre ellos los de Sam Peckinpah como director, y Clint Eastwood como protagonista. El film contiene no sólo una mensaje de corte ecologista, de amor a la naturaleza, sino que habla del choque de civilizaciones, y de la posible armonía entre las mismas. En el primer apartado, tenemos lo que se ve como una profanación de territorio sagrado indio; en la otra cuestión está la esposa india del protagonista. También se aborda el tema de la soledad, que a larga siempre es mala, el ser humano necesita compañía.

La película, basada en una novela de Vardis Fisher, se inspira en un auténtico trampero llamado John Johnston, y que recibió apodos tan siniestros como los de “Matador de Cuervos” y “Comedor de Hígados Johnston”. La etiqueta le vino de la “peculiar” costumbre de matar indios Crows y comerse sus entrañas, como venganza por el asesinato de su esposa. Curiosamente, después de estrenarse el film el cuerpo de Johnston fue trasladado a Wyoming para recibir un nuevo enterramiento, y Robert Redford asistió al acto funerario.