El viajante (2016)

La tentación

Irán. Un joven matrimonio de clase media se ve obligado a dejar su piso porque el edificio amenaza ruina. Son personas cultas, delicadas, ambos trabajan de actores en una compañía de teatro y él además da clases de literatura en un colegio, donde es muy querido por los alumnos. Se trasladan entonces a vivir a un nuevo piso ofrecido por un compañero Por un descuido la mujer sufrirá una agresión mientras está duchándose y su marido está ausente. El pesar y la frustración se apoderarán del matrimonio.

Asghar Farhadi narra con la cualidad maravillosa de ceñirse a lo esencial, con un sentido de la elipsis excelente. Sin resultar impostado o artificial juega lo justo a los paralelismos entre la vida real y la obra de teatro en que trabajan los dos protagonistas, la pesarosa “La muerte de un viajante”, de Arthur Miller, pues sumidos en su tragedia personal han de trasladar sus sentimientos al escenario. A la vez, la poética mirada cinematográfica de Farhadi resplandece en algunas imágenes de gran contenido metafórico, como esa grieta inicial sobre el lecho conyugal. La unión y el amor matrimonial es un edificio a menudo inestable, dice Farhadi, es necesario cuidarlo heroicamente para mantenerlo en pie.