J. Ramón Blázquez – DEIA, lunes, 10 de Mayo de 2010

HOY es el Día sin Tele, una de esas conmemoraciones que salpican el calendario de causas justas pero transitoriamente perdidas, como el día de la mujer, el sida o los derechos humanos. Y como todas las jornadas para la conciencia social, el 10 de mayo es un arrebato de buenas intenciones que discurrirá con notable entusiasmo para los organizadores (las asociaciones de telespectadores, entre ellas la vasca Ateleus) y con brutal indiferencia para los ciudadanos que, aun reconociendo que malgastan el tiempo delante del televisor y que la programación es fétida, no dejarán de acudir a la cita de la tarde con Belén Esteban, a la noche con CSI y a la mañana con Ana Rosa, programas líderes en sus respectivas franjas horarias.

Me agrada el aire provocador del Día sin Tele. Su propuesta es una ecología vital, un ideal de lucha contra el mayor devorador de tiempo de nuestra era y una dulce propuesta para volver la mirada a los libros, al diálogo, a los juegos compartidos y la mirada interior. Cada ciudadano vasco invierte (es un decir) 227 minutos diarios en consumo televisivo, casi una sexta parte de su vida, un exceso que define una terrible adicción de la que son víctimas millones de personas, a quienes tanto les cuesta admitir que la felicidad está fuera y no dentro de la tele.

No creo que los impulsores del apagón odien la tele. Lo odioso es la rutina de ver la televisión como autómatas y desdeñar otros afanes, una programación plegada al entretenimiento banal y el dominio tiránico del medio por fatuos berlusconis e iletrados gobiernos. Contra eso hay que rebelarse para exigir respeto, calidad, pluralidad e ingenio.

En el fondo, el Día sin Tele tiene un precioso mensaje: se puede vivir sin televisión. No es una obviedad, es una sublevación libertadora que comienza en el gesto revolucionario de abandonar el mando a distancia y concluye en la opción de la lectura, la música, la charla, los juegos, el silencio y, por qué no, en hacerse el amor con renovada ternura durante el prime time.