La curiosidad reflexiva y un sano escepticismo son buenos ingredientes de la educación digital

 

 

En Interaxion hemos hablado otras veces de Devorah Heitner y sus consejos sobre educación. Esta experta en mentoring de nativos digitales (los niños y adolescentes de hoy) publicaba recientemente un artículo en The Washing Post sobre el valor que tiene en este campo una actitud positiva hacia los dispositivos, precisamente en un momento en que son frecuentes las noticias sobre los riesgos que corren los jóvenes en Internet.

 

«Generalmente soy optimista sobre los niños y la tecnología. En mi trabajo con escuelas, veo todos los días el poder y los efectos positivos de los dispositivos digitales. Pero también soy realista (…). Es por eso que los niños necesitan un asesoramiento atento y sensato por parte de padres y profesores que estén al tanto no sólo de las tendencias digitales, sino también de cómo afectan a nuestros hijos».

 

Sin embargo, añade Heitner, es difícil fomentar esta actitud cuando los padres son bombardeados por titulares que sugieren que los dispositivos son la raíz de algunos problemas graves de salud mental. Un caso emblemático es el torrente de noticias que han provocado en el último año las investigaciones de Jean Twenge, sobre todo a partir del artículo publicado en la revista The Atlantic. «Dondequiera que voy, los padres y educadores me preguntan sobre el artículo, y si es cierto que los teléfonos inteligentes están deprimiendo a los niños».

La respuesta es que todavía no lo sabemos. Aunque hay datos preocupantes, como el aumento de la depresión y el suicidio entre los jóvenes, incluso Twenge reconoce que su investigación es correlativa: la estadística no puede decir mucho por el momento sobre la medida en que tales efectos se deben al uso de las pantallas. «También hay pruebas de que esta generación no está siendo ‘destruida’ por los teléfonos inteligentes». Es importante ver que hay otras preguntas que afrontar:

 

«Si su hijo está deprimido, analice todos los factores posibles, con la ayuda de un terapeuta o psicólogo cualificado. Considere la tecnología. Pero tendrá que determinar si es la raíz de los problemas o un factor que contribuye a algo más extenso. ¿Con quién está interactuando su hijo en su dispositivo? ¿Qué contenido está viendo? Los minutos de pantalla no le dirán todo lo que necesita saber».

 

Heitner valora el trabajo del Center for Humane Technology, porque en la industria tecnológica hay factores de diseño que hacen que las aplicaciones sean difíciles de desconectar. Pero «acercarse a todas las experiencias mediáticas de nuestros hijos con una actitud de miedo y culpa de que les estamos dejando interactuar en estos espacios no los apoya (…). La curiosidad reflexiva y el sano escepticismo son ingredientes mucho mejores para criar ciudadanos digitales inteligentes«. Todo es cuestión de mentoring:

 

«Si su hijo tiene un gran interés en pasar tiempo compartiendo en las redes sociales, tómelo como algo positivo. Su impulso de conectar, compartir y crear es saludable. Alabe eso, incluso si decide no dar luz verde a una forma tan pública de compartir (…).

 

Mire lo que quieren compartir. Eso le dirá sus metas. ¿Es para enseñar a otros una habilidad, como tocar la guitarra? ¿O tal vez un pasatiempo, como dibujar cómics o tejer brazaletes? Luego pregúntele al niño cómo definen el éxito en las redes sociales (…). Sentirá la diferencia entre un deseo bueno de enseñar o compartir y un motivo superficial y egoísta, y podrá guiar al niño hacia actividades saludables.