«Los Simpson» nacieron en 1987 como un corto semanal que aparecía en un show televisivo conducido por la actriz estadounidense Tracy Ull. Si inicialmente esta serie pretendía ser una crítica ácida del sueño americano, de la clase media de Estados Unidos, el mensaje ha calado en toda la «aldea global» y era de un fenómeno que se conoce con el nombre de «simpsonmanía».

Se ha convertido en un inmenso negocio: un número considerable de libros, camisetas, videojuegos, muñecos, calendarios, llaveros… Es decir, Los Simpson y todo lo que les rodea suponen todo un fenómeno psicológico-social que, en algunos casos, se puede tildar de verdadero fanatismo.

Que sea una comedia de dibujos no significa que esté dirigida a niños. «Los Simpson» es una serie que exige muchísima atención, está cargada de sutiles ironías. Cuenta a la vez con una corrosiva visión de la familia y la sociedad; plantea preguntas inteligentes y, a veces en ese espíritu trasgresor que la caracteriza, llega a ser una comedia muy ácida. Es más, le gusta provocar y no se detiene ante lo «políticamente correcto». Un ejemplo: las hermanas de Marge, Pate y Selma, cuando aparecen, no dejan de hacer una verdadera apología del tabaco. Concretando más, podríamos decir que para Homer la vida sólo tiene sentido si hay mucha televisión, mucha cerveza (de la marca Duff-busque el lector la traducción) y comer muchas rosquillas. Para Bart el colegio es una pesadilla, las gamberradas son su afición preferida y molestar a su hermana Lisa es un pasatiempo ideal.

«Los Simpson» es una comedia de dibujos animados para adultos. Su espectador está entre los 18 y los 48 años. Los niños de 4 a 16 años, ante esta comedia, sólo captan una parte del mensaje y, en ocasiones, incapaces de captar la mordacidad, pueden llegar a ser confundidos cuando no desorientados.

«Los Simpson» es una comedia, por tanto, capaz de poner en circulación mensajes para niños tan demoledores como estos: «Papá tú eres un viejo, y los viejos son un estorbo» o «Ayudar a los pobres no es una profesión sino una tontería ¿Qué puedes tú sacar a cambio?. Sarcasmos de este calibre en boca de Bart o Homer no tienen una función pedagógica y sí pueden generar una actitud escéptica y cínica en los niños carente de toda alternativa. Y es que los niños pueden llegar a creerse el mensaje sin sacarle punta. Los más pequeños con mucha frecuencia son vulnerables y no tienen instrumentos para criticar estos mensajes, no toman distancia y, en lugar de reírse de lo planteamientos esperpénticos de «Los Simpson», pueden acabar pensando que la pereza de Homer o las actitudes díscolas de Bart son un modelo admisible.

Ésa es una cuestión importante: «Los Simpson» es una comedia para adultos (para ser visionada a partir de las 10 de la noche por ejemplo) y Antena 3 emite esta comedia a las ocho y media o a las dos y media. Ahí están todos los niños enganchados viendo, por ejemplo, cómo se ridiculizan la escuela, el estudio y los profesores. Para Antena 3 supone un montón de beneficios, pues el niño se siente atraído por los dibujos irrefrenablemente y así se traga la publicidad: para un planteamiento pedagógico serio ese horario de emisión es muy discutible.

Cómo ver Los Simpson

Ha de verse con la misma inteligencia que utilizan sus creadores para captar la audiencia. Si se ve en familia, es imprescindible que los padres medien. Es decir, es fundamental que criben los mensajes para que los hijos -creo que ajustando mucho se puede empezar a ver a partir de los dieciséis años- logren reflexionar. Es más, a partir de esos dieciséis años la serie, vista en familia con espíritu constructivo, es muy oportuna. Puede ser ocasión de hablar con los hijos de asuntos importantes: por ejemplo, el materialismo, el racismo, la corrupción, el alcohol desde una perspectiva ética y positiva. Un ejemplo: uno de los capítulos realiza una crítica muy sutil de la muñeca Barbie y todo lo que ese negocio y ese modelo supone. Otro capítulo plantea un agrio enfrentamiento entre Homer y Bart: creo que a partir de ahí se puede poner sobre el tapete las relaciones entre los padres y sus hijos adolescentes. Y es que con «Los Simpson» se puede generar un diálogo familiar en el que todos pueden llegar a reírse mucho y a la vez plantearse temas de enjundia con seriedad.