Luigi, el hermano de Mario, no ha gozado normalmente del protagonismo que a más de un jugador le hubiera gustado. Siempre como personaje secundario, hace diez años se convertía en protagonista absoluto el Luigi’s Mansion para Game Cube, un juego entretenido y original, aunque muy corto. Ahora llega su secuela para la nueva portátil de Nintendo, que este mes agranda su catálogo con varios lanzamientos de peso.

 

 

Distribuidora: Nintendo

Plataformas: N3DS

Nº Jugadores: 1-4

Precio aprox.: 49,95€

Edad oficial recomendada: +7

Género: Aventuras

Valoración: *****

Contenidos:

Humor: 4

Acción: 2

Crítica:

Luigi ha decidido dejar de lado el papel secundario al que normalmente nos tiene acostumbrados para embarcarse en una aventura única plagada de plataformas, exploración, fantasmas y mucho humor.

Todo comienza un día cualquiera, con el perezoso Luigi viendo la tele cuando, de repente, aparece su amigo, el Profesor Fesor, en la pantalla, para pedirle ayuda urgentemente. El problema es que una legión de fantasmas, que hasta ahora habían vivido en paz, tienen acorralado al profesor en la zona donde este trabaja. Al parecer la llamada Luna Oscura ha desaparecido y ha provocado que estos seres se vuelvan bastante rebeldes. Así que el fontanero debe ponerse manos a la obra para recuperar las piezas de este objeto.

Con su aspiradora Succionaentes 5000 como arma, Luigi debe investigar un montón de mansiones, con sus diferentes y variadas estancias, así como otros escenarios como minas, torres o fábricas, plagadas todas ellas de espectros y demás seres del otro mundo.

Pero no penséis que estamos ante una aventura de miedo y terror, porque todo está realizado con un tono humorístico de lo más agradable. El sistema de juego es el propio de las aventuras de Mario y sus amigos pero con un toque de exploración. Tenemos escenarios amplios cargados de objetos escondidos que tenemos para investigar. Con la ayuda de nuestra linterna descubrimos objetos que a simple vista no veríamos y con nuestra aspiradora los succionamos para conseguir monedas, corazones de vida, gemas o llaves que nos permitan entrar en otras estancias. Pero no solo eso, porque con la linterna también descubriremos fantasmas que andan escondidos tras los decorados. Cuando los deslumbremos, con la ayuda de nuestra “arma” los atraparemos.

De este modo, para avanzar debemos investigar los escenarios hasta el último rincón y superar ingeniosos puzles como quemar ciertas bolas para conseguir deshacer una gran telaraña. Y todo ello sin olvidarnos de los jefes finales, que debemos vencer usando el ingenio más que la fuerza.
A medida que avanzamos en las fases obtenemos una puntuación determinada, con medallas, que podremos superar cuando lo volvamos a jugar. Pero, además, tenemos una buena cantidad de misiones secundarias, secretos, fases extras, etc. Todo ello sin olvidarnos del divertido multijugador para hasta cuatro jugadores llamado la Torre de los Desafíos. En estas fases hasta cuatro Luigis diferentes pueden compartir partida para superar diversos desafíos y afrontar la prueba final.

Todo esto da como resultado un juego muy completo, divertido, variado y de lo más simpático. Y todo ello sin dejar de lado el detallado aspecto visual. Cada día 3DS nos sorprende un poco más con escenarios muy detallados, coloridos y bien realizados y personajes que acompañan en todo momento.

En resumen, Luigi’s Mansion 2 es el título que hace justicia al hermano de Mario. Después de muchos años con un papel secundario, el fontanero verde toma las riendas para presentarnos un título muy bueno. Largo, variado pero, sobre todo, muy divertido hará las delicias de los fans de Nintendo.

Lógicamente su contenido es adecuado para todo tipo de público (mayores de 7 años según PEGI) puesto que no es violento ni causa miedo, todo lo contrario. Eso sí, los más pequeños pueden desanimarse a probarlo por el excesivo componente de exploración. Y es que este Luigi’s Mansion no es un plataformas, sino una gran aventura.

Diversión: 5; Jugabilidad: 5; Diseño gráfico: 5; Personajes:5; Guión:4

 

 

Fuente: J. Carlos Amador Vigara (www.taconline.net)