La guerra de los niños

Una epidemia global afecta a los niños causando que mueran o que desarrollen habilidades especiales. Estos últimos son encerrados en campos de concentración, como en el caso de Ruby Daly, que gracias a su habilidad telepática para controlar los pensamientos consigue esconder que forma parte de los chicos clasificados como naranjas, los más peligrosos, sólo superados por los rojos. Tras años sin levantar suspicacias, Cate Connor, doctora del lugar, le envía una comunicación para advertirla de que se ha descubierto su verdadera naturaleza, pero que puede ayudarle a escapar.

Nelson, responsable de Kung Fu Panda 2 y 3, debuta en la acción real con esta adaptación de la primera entrega de la saga literaria, escrita por Alexandra Bracken. Sigue la estela de distopías adolescentes estilo Divergente y Los juegos del hambre; de hecho está protagonizada por una secundaria de esta última, Amandla Stenberg, que fue la mejor amiga del personaje de Jennifer Lawrence. Avala la cinta como productor Shawn Levy, que ha conseguido el éxito con la serie con elementos sobrenaturales también protagonizada por jóvenes Stranger Things.

Quizás le falte frescura, pues Hollywood ha saturado en los últimos años al respetable con este tipo de historias, a las que no aporta nada realmente revolucionario. El arranque se hace algo premioso, y se nota que el conjunto sólo pretende colocar las piezas para una eventual franquicia, no se desarrolla a los personajes, mientras que el triángulo amoroso sobre el que se asentará el relato sólo se sugiere. Se desaprovecha a algunos actores de calidad probada, como Mandy Moore, y Gwendoline Christie, reconocida por Juego de tronos, que pese a componer con fuerza a la villana, tiene poca presencia.

A su favor cuenta con un aceptable trabajo de los jóvenes, sobre todo la citada Stenberg, que sobre todo refleja bien el drama que su personaje sufrirá en relación a sus progenitores, pero también Skylan Brooks, que aporta los golpes de humor. El conjunto resulta ameno, sobre todo a partir de la reunión en una furgoneta de los protagonistas, así que hará las delicias de los apasionados de este tipo de productos para ‘jóvenes adultos’, a quienes habla de la necesidad de buscar el apoyo en otras personas, y de la desorientación en caso de alejarse de la familia. Algún listo establecerá paralelismos entre el sombrío futuro que propone Mentes poderosas y la era de Donald Trump, sobre todo porque se estrena tras la polémica por la separación de niños inmigrantes de sus padres, pero se ha rodado antes de que la noticia apareciera en los medios de todo el mundo.