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Nuestra vida en la Borgoña

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Ficha:

 

Crítica decine21.com [2]

por Pablo de Santiago

 

Tres hermanos y una viña

 

Con motivo de la enfermedad de su padre, Jean regresa a su casa de la infancia, en una pequeña localidad de la Borgoña francesa, tras pasar varios años ilocalizable. Su familia se dedica a cosechar la uva y elaborar vino, un trabajo que él y sus hermanos, Juliette y Jerémie, aprendieron desde muy pequeños de la mano de su padre. El reencuentro entre los hermanos marcará un periodo en que los tres tendrán que afrontar sus vidas de modo diferente.

 

Estupenda y reconfortante película francesa, de esas que permiten comprender que las pequeñas y cotidianas historias son a veces las más hermosas. El director francés Cédric Klapisch, que goza de gran prestigio en su país gracias a comedias como Una casa de locos o Las muñecas rusas, no echa mano en esta ocasión de su actor fetiche Romain Duris (con quien ha rodado más de media docena de filmes) y cuenta por primera vez con Pio Marmaï (El primer día del resto de tu vida), un actor que es todo un prodigio de naturalidad. El guión –escrito por el propio Klapisch junto con uno de sus colaboradores habituales, Santiago Amigorena– despliega la historia con sutileza y los conflictos de cada personaje, sus miedos y sus retos, entran con primor en una trama sencilla, estructurada a lo largo de todo un año, según los trabajos estacionales que son necesarios emprender en la viña. Además el director demuestra tener una gran sensibilidad para hablar de la fraternidad.

 

Sin espectáculo, desprende Nuestra vida en la Borgoña una visión realista y positiva del amor, de la unión familiar, del encuentro reposado con la felicidad, ésta enmarcada en una visión auténtica de la vida, un modo de ser que el film sabe encarnar en los tres hermanos y en su modo de disfrutar del vino, en contraste con la visión utilitarista de sus vecinos viticultores. Todas las interpretaciones son espléndidas, con Marmaï a la cabeza, pero destacan también los trabajos de Ana Girardot y de la española María Valverde.