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Nueve de cada diez estudiantes afirman que se informan de sexo por internet

Así lo señala el informe «Menores y contenido sexuales en la red» impulsado por The Family Watch y la URJC

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Fuente: ABC [2]

 

La accesibilidad y el anonimato con el que los menores pueden consumir y producir contenidos sexuales contrasta con la escasa información disponible en España sobre lo que piensan padres y educadores al respecto. Así lo señala el informe «Menores y contenidos sexuales en internet» impulsado por «The Family Watch» y realizado por la Universidad Rey Juan Carlos (URJ) [3]. Desde hace más de diez años se viene hablando en el extranjero de «pornificación» de la cultura (Pamela, 2006), y si bien existe debate sobre el valor de la pornografía (The Economist, 2015; Cadwalladr; 2013), el hecho de la sexualización de la cultura se da por sentado (Gabriel, 2017; Attwood, 2009,2011). Pero, ¿qué se piensa en España al respecto?

En los últimos años, el barómetro de la familia de The Family Watch ha puesto de manifiesto la preocupación de las familias en relación a la gestión que sus hijos hacen de las redes sociales y el modo en que se sexualiza la imagen de los menores en internet (TFW, 2018). Dentro de estas circunstancias, se plantea este estudio sociológico en el ámbito de la educación para conocer cuál es la percepción de los educadores al respecto. Independientemente de las diferentes opiniones que puedan convivir ante esta realidad, la pornografía y los contenidos sexualizados están al alcance de los menores con una intensidad y a una escala que nunca antes se había vivido. Ante esta situación, nos preguntamos, ¿qué piensan los padres y los docentes (presentes y futuros) de esto?

Estas son las conclusiones de la URJ [3]:

1. Las familias se muestran preocupadas por la gestión que los hijos hacen de los contenidos sexuales en internet (75,4%). No obstante, ese porcentaje los docentes es menor (43,6%), ya que no perciben que los padres estén tan preocupados a efectos prácticos.

2. De forma muy mayoritaria, familias (86,32%), docentes actuales (86,25%) y futuros docentes (88,24%), opinan que el consumo y creación de los contenido sexuales en relación con los menores debe ser regulado. Consideramos que este amplio consenso debería ser escuchado y tenido en cuenta seriamente por las autoridades competentes para tomar las medidas pertinentes.

3. Familias (54,74%), docentes actuales (39,87%) y futuros docentes (47,10%), manifiestan desconocimiento de las propuestas educativas que existen o pueden llevarse a cabo en los centros, en relación a estos temas, y coinciden en que se trabaja poco en prevención del daño que puede ocasionar en los menores el impacto negativo de los contenidos sexuales por internet. Solo el 19,38% de las familias, el 26,58 por ciento de los docentes actuales y el 30,77% de los futuros docentes están de acuerdo en que se trabaja para minimizar el impacto de los contenidos sexuales de la red desde el ámbito educativo.

4. Existe unanimidad en que los jóvenes se informan sobre el sexo desde internet, si bien, se aprecia un grupo de padres (2 6,21%) que se muestra indiferente o en desacuerdo.

5. Para los padres (68,62%) y actuales docentes (67,82%), la estrategia educativa más apropiada en relación al consumo de contenidos sexuales explícitos consiste en evitarles este consumo, en la medida de lo posible, al mismo tiempo que se les proponen alternativas positivas para el despliegue de la sexualidad. Sin embargo, para una buena parte de los futuros docentes (56,41%), la estrategia más apropiada pasa por enseñarles a consumir este tipo de contenidos con control y pensamiento crítico.

Como paralelismo, se podría decir que, a efectos pedagógicos, los actuales docentes y padres ven la acción ante los contenidos sexuales explícitos como se ve hoy la prevención del tabaco, mientras que buena parte de los futuros docentes lo ven más bien como se educa en relación al consumo del alcohol. No obstante, al preguntar directamente si la educación ante los contenidos sexuales debería ser como se hace ante el alcohol, las respuestas fueron más variadas en familias y docentes actuales.

6. La mayoría de docentes actuales (67,82% y padres (68,62%) piensa que la pornografía no es un bien, aunque se viva con control, ni supone una fuente de emociones positivas perdurable y saludable. Una cierta proporción de los futuros docentes (27,56%) considera que sí puede suponer un bien y una fuente de emociones positivas perdurables y saludables.

7. A la mayoría de los docentes actuales (68,66%), los padres (77,49%) y los futuros docentes (58,71%) les resulta preocupante el hecho de que los menores consuman pornografía de forma habitual. Sin embargo, podría resultar inquietante que una buena parte de los futuros docentes (22,58%) no aprecien riesgos en que los menores consuman pornografía habitualmente.

8. Tanto familias (64,64%), docentes actuales (61,17%) como futuros docentes (62,82%) opinan mayoritariamente que la presencia de contenidos sexuales en internet podría favorecer conductas como las agresiones sexuales o las violaciones.

9. En gran medida, los futuros docentes encuentran en la pornografía un medio que, bien gestionado, podría resultar formativo o, al menos, no afectar negativamente a su educación, ya sea como ayuda para descubrir la auténtica identidad sexual (52,57%), o como medio para mejorar la confianza, la autoestima y la competencia sexual (41,84%).

10. La mayoría de familias (79,59%), docentes actuales (69,2%) y futuros docentes (52,26%) están en desacuerdo con que la pornografía supone una vía de escape que favorece el bienestar social. Sin embargo, como se observa, los futuros docentes lo ven así en proporción. De hecho, los futuros docentes, aceptan en mayor medida (40,4%) que familias (23,28%) y docentes actuales (23,73%) que la pornografía pueda servir como un sustituto parcial de la vida sexual para los sujetos que, por diversas razones, no pueden tenerla.

Como conclusión general, el estudio de la Universidad Rey Juan Carlos señala que se puede apreciar que los actuales docentes y las familias ven la gestión de contenidos sexuales explícitos como un inconveniente en la educación de los menores. Sin embargo, los futuros profesores lo que ven en buena parte es que lo que se debe hacer es educar a los menores para que gestionen los contenidos sexuales explícitos con control y, por otra parte, que esos contenidos se vayan adecuando de tal modo que se eliminen todos los rasgos de machismo, abuso o violencia que puedan contener.