Crítica Prodigal son

Por fin, una serie de crímenes inteligente, audaz, sorpresiva y atractiva. Un regalo para esos espectadores que disfrutan del género y que buscan algo fresco.


Los creadores de esta serie, Chris Fedak y Sam Sklaver, trabajaron juntos en un proyecto que no fraguó por su escaso encanto, El ilusionista (Deception). De este título, eso sí, rescatan cierta “inocencia ambiental”. Y es que, a pesar de la oscuridad del planteamiento inicial, Prodigal son se desenvuelve entre la ternura, el humor y la superación.

Sí estamos ante un asesino en serie sin remordimientos. También ante un hijo atormentado por unas vivencias traumáticas y ante una mujer engañada, dolida y madre sobre protectora. En fin, ante un panorama desalentador. Sin embargo, no nos dejemos llevar por estas primeras impresiones.

La serie consigue transmitir la emoción de una familia que lucha unida por salir adelante y superar sus crisis. Empatizamos con el protagonista y su búsqueda incansable de la verdad. Pero también llegamos a comprender al asesino, a la hermana, a las víctimas y a los monstruos que rondan la historia.

Y todo ello se consigue por la sólida arquitectura de los personajes. Sujetos que merecen, cada uno de ellos, una especial atención –desde un Tom Payne en su representación del desconcertado y desconcertante primogénito de la familia Whitly, a una inmejorable Keiko Agena en el papel de la forense Edrisa Tanaka–.

Sobre estos se construye un guión que mantiene el equilibrio entre la acción, el misterio, el suspense y el romance. Sin embargo, hay dos seductores componentes que coronan este título: el humor y la sorpresa. Primero, Prodigal son no sería lo mismo sin esa vis cómica que se intercala inteligentemente en una historia tan tenebrosa. Segundo, ¡cómo nos gusta que la la ficción siga sorprendiéndonos! y este título lo hace en sus giros y en su propuesta en general.

No olvidemos que la serie tampoco deja de lado sentimientos tan humanos como el amor, la justicia, el fracaso, la decepción o la búsqueda de un objetivo vital. Es así, con este conjunto bien orquestado (personajes-historia) como el espectador puede llegar a involucrarse en la trama y, por supuesto, a disfrutar con ella.

Firma: Mar Pons