En 2018 Noemí Redondo realizó una docuserie tan sobresaliente como desconocida. Yo fui un narco era el retrato más completo y sugerente de Laureano Oubiño, protagonista secundario en la exitosa serie Fariña. Dos capítulos adictivos que contaban con la complicidad, nunca mejor dicho, del gran protagonista de la historia.
Tres años después, esta misma guionista y realizadora ha vuelto a dar en el clavo con una docuserie para HBO max que, después del éxito en la plataforma, fue también emitida en Telecinco. El caso del asesinato de Rocío Wanninkhof ya había tenido un documental en Netflix este mismo año (El caso Wanninkhof-Carabantes) y una miniserie en 2008 protagonizada por Luisa Martín. En ambas ocasiones, el resultado era decepcionante.
Esta nueva docuserie llega mucho más lejos al contar con el testimonio de la gran protagonista: Dolores Vázquez, la mujer acusada del asesinato de la joven. Junto a ella, aparece su abogado, otro personaje digno de protagonismo por su condición casi heroica en la defensa de la acusada. Los seis capítulos de la serie componen una trama enrevesada y adictiva que refleja una sociedad marcada por una justicia y una prensa enfermas de un sentimentalismo omnívoro. La edición es muy dinámica y la combinación de testimonios es casi siempre necesaria, con excepción de un personaje que resulta demasiado ajeno a la historia y que cumple una función propagandística demasiado evidente.
Esta serie genera debate porque profundiza sin miedo en la verdad manteniendo a la vez un punto de vista respetuoso con los protagonistas y con el espectador. La delicadeza con la que Noemí Redondo trata los aspectos más íntimos es muy admirable. Resulta fácil comparar esta docuserie con la polémica y morbosa producción sobre Rocío Carrasco. En esta ocasión hay contrastes y un enfoque muy poliédrico, que permite la reflexión sin adoctrinamiento del espectador. Un relato muy necesario para aprender de los errores de un pasado muy reciente.
Firma: Claudio Sánchez