Con casi 70 años, Alex Gibney es uno de los directores de documental con más prestigio del mundo. Sin llegar al talento y personalidad de otros directores de este formato como los alemanes Werner Herzog y Wim Wenders, o el italoamericano Martin Scorsese, su filmografía es muy valiosa. Nominado al Oscar en 2005 por Enron, los tipos que estafaron a América, ganó el Oscar al mejor documental en 2007 por Taxi al lado óscuro, un reportaje muy influyente sobre Guantánamo. En 40 años de trayectoria profesional ha dirigido más de 50 documentales y docuseries entre las que destacan La mentira de Lance Armstrong (2013), Sinatra: todo o nadaGoing Clear: Scientology and the Prison of Belief (2015) o Dirty Money (2018).

En esta serie de HBO vuelve a acercarse a un argumento controvertido al que no es fácil acceder con objetividad y fuentes de información contrastadas. Pero Alex Gibney no es Michael Moore y modera su indignación con un laborioso trabajo de documentación. El cineasta consigue poner delante de su cámara a personajes que parecen sacados de una película policíaca. El descaro con el que hablan de su aprovechamiento del dolor es asombroso, pero nada comparado con las campañas de promoción de medicamentos tan adictivos como la oxicodona. Videoclips con letras claramente propagandísticas, anuncios en televisión protagonizados por médicos y enfermeros, apariciones en prime time de presuntos especialistas… Cualquier medio publicitario parecía accesible a fomentar un uso masivo de sustancias plenamente desaconsejables para disminuir dolores no terminales.

La docuserie tiene algunos tramos menos necesarios, especialmente en el primer capítulo en que insiste demasiado en casos muy similares, pero la segunda parte tiene un ritmo más inteligente para profundizar en el sentido del dolor y la búsqueda de una felicidad imposible y artificial. El director y guionista muestra la compleja perversión de un mecanismo que pretende atender a los enfermos más graves y acaba por enfermar mortalmente a pacientes menos necesitados. Por último, el uso de la música enmarca muy bien una historia claramente norteamericana con canciones tan emblemáticas como Take me home, Country Roads de John Denver.

Firma: Claudio Sánchez