Junto con el considerable aumento del precio de Amazon Prime, la plataforma está haciendo una gran inversión en producciones de calidad artística y técnica. El pasado 21 de octubre estrenaba para sus usuarios una de las películas del año (Argentina, 1985), poco más de dos semanas después de su efímero paso por salas. En esas mismas fecha terminaba de colgar el último capítulo de El Señor de los anillos: los Anillos del Poder, una especie de precuela de la trilogía que no ha contado con los derechos de la obra original, pero sí con un presupuesto de excepción. Cada episodio ha costado 59 millones de dólares, casi el triple que cada capítulo de La Casa del Dragón (ampliación a su vez del universo de Juego de Tronos).

Entre los directores de la serie destaca el español Juan Antonio Bayona (Lo imposible, Jurassick World: El reino caído), que ha realizado los dos primeros capítulos. Sus creadores son los primerizos Patrick McKay y John D. Payne, que apenas habían colaborado como guionistas en una película tan discutible como como Star Trek: Más allá. Por otro lado, en el reparto se ha optado por la diversidad y actores sin el nombre que suele acompañar a estas grandes producciones. La banda sonora de Howard Shore de la trilogía de Peter Jackson ha sido sustituida por la elaboradísima e insatisfactoria música del norteamericano Bear McCreary (Outlander, Foundation).
La serie es agradable de ver para todo tipo de públicos, un paseo sereno por parajes maravillosos y personajes con vestuarios elaboradísimo, y una retórica barroca que pretende respetar el lenguaje de las novelas de Tolkien. El problema es que apenas hay trama, ni carisma en los actores, y tampoco diálogos que tengan la sugerencia del original. Todo es tan hermoso como plano, gélido en las interpretaciones, las palabras, los giros… Le paso algo parecido a la última trilogía de El Hobbit, pero multiplicando el efecto de sus carencias. En definitiva, es una serie que puede gustar a los que no busquen la maestría de la trilogía original, tanto literaria como cinematográfica. Es evidente que estos Anillos del Poder juegan en otra liga, aún así superior que el de la mayoría de series de fantasía juvenil.
Firma: Claudio Sánchez