Entre 1978 y 1991, Jeffrey Dahmer asesinó a 17 adolescentes con un nivel de crueldad en las muertes que generó verdadera conmoción. Al caníbal o monstruo de Milwauke (pseudónimo con el que se le conoce desde su captura), ya le habían dedicado varios documentales, pero ninguno había llegado a contar su historia con tanto detallismo como esta serie que ahora mismo es la más vista en Netflix. 

Ryan Murphy ya había retratado con un acierto notable la vida del asesino de Gianni Versace en la segunda temporada de American Crime Story. Para dar vida a Jeffrey Dahmer eligió a Evan Peters, que ya había trabajado con él en varias ocasiones, y que en 2021 ganó con toda justicia el Emmy por construir un personaje excelente: el detective Colin Zabel en Mare of Easttown. Su interpretación es milimétricamente perturbadora, capaz de mostrar el lado más oscuro de un sociópata sin deshumanizar al personaje. También destacan los veteranos actores que interpretan a los padres del asesino: Richard Jenkins y Penelope Ann Miller, a los que sin embargo el guion no desarrolla tanto como debería su perfil psicológico, fundamental para entender mejor al protagonista.
Teniendo en cuenta el sadismo de los crímenes y el estilo habitual del creador de la serie, esta ficción podía haber sido mucho más explícita. Aún así es una trama que, de manera elíptica en muchas ocasiones pero muy eficaz, provoca una situación límite en el espectador. Ryan Murphy es un director y guionista con muchos recursos narrativos, pero que suele perderse en los detalles más morbosos de la trama. La música de Warren Ellis y Nick Cave favorece una atmósfera inquietante en todo momento, al igual que la creatividad en la planificación y dirección fotográfica. Con un guion más atento al drama de los personajes que a los detalles de ferretería humana, esta serie hubiese sido una de las grandes true crime de los últimos años.
Firma: Claudio Sánchez