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Series: Skam


 

La moda empezó en Noruega en 2015. «Skam» era una serie sobre adolescentes con un formato y un modo de emisión novedosa y muy pensada para ellos. Cada capítulo se divide en breves fragmentos que se van colgando en la web de la serie a lo largo de la semana a la misma hora que sucede la acción. Cada uno de estos clip comienza con un plano en el que se sobreimpresiona el día y la hora en un grafismo gigante y amarillo. También en la página web se incluyen los mensajes entre los protagonistas de la serie, algunos de ellos aparecerán en el capítulo y otro no. Al final de la semana se cuelga el capítulo entero para que uno pueda verlo de manera convencional.

Skam atiende de esta manera la demanda actual de los espectadores (no sólo los adolescentes) de preferir contenidos de corta duración que puedan ver desde el móvil en cualquier momento. Por otro lado los personajes que retrata la serie tiene todos los clichés juveniles incorporados: adicción al móvil, sentimentalismo sexualizado, apatía académica y desinterés por el futuro o el pasado, insatisfacción personal y una total desconfianza ante cualquier autoridad que no sean ellos mismos. Basta escuchar el monólogo con el que se abre la versión española de «Skam» que empezó en 2018.

«Sonríe. Presume de verano, de amigas, de tetas, de las fiestas que te pegas. Y así todos sabrán que eres alguien que mereces la pena. Te darán likes, te seguirán en Instagram. O mejor aún; te envidiarán. Muestra al mundo entero que eres feliz. Tienes 16 años; la época más bonita, la que siempre vas a recordar. O eso dicen. Toca probarlo todo. Sólo hay una primera vez y es… ¡ahora!. ¿Cómo no vas a ser feliz si tienes toda la vida por delante?. No cuentes tus problemas. No digas que estás triste, que te sientes sola, que no tienes novio, que aún eres virgen. Que te gustaría caer bien a todo el mundo pero no sabes como conseguirlo. Que estás agobiada, que intentas estudiar pero no puedes, no te concentras, se te va la cabeza a otras cosas. Y si suspendes, no te admitirán en ninguna universidad. Y entonces no encontrarás trabajo. Aunque tampoco sabres en qué te gustaría trabajar. Por no saber no sabes ni quién eres. Si te paras a pensarlo no sabes casi nada. Así que mejor no te pares. Sonríe».

El tono crítico de estas palabras puede llevar a pensar que estamos ante una serie sincera y veraz, que describe comportamientos muy reconocibles en la juventud actual. Incluso podría ser un buen punto de partida para un viaje tortuoso y catártico en el que se pretenda arrancar todos los clichés habitualmente asignados a los adolescentes de hoy en día. Nada más lejos de la realidad. Skam no deja de ser una actualización de Física o Química o Skins. Su discurso tiene acentos de rebeldía, pero acaba decretando un cinismo paralizante obligatorio en el que se incluye la aceptación de las drogas, la ideología de género y el pragmatismo sexual, además de la carencia de certezas, interioridad y reflexión que provocan las redes sociales y el relativismo. La única propuesta es vivir experiencias estimulantes y novedosas. Viajar mucho aunque no se sepa adónde ni cuánto va a costar.

La versión noruega tenía una mayor calidad en la interpretación y en los diálogos, y no abusaba tanto de las canciones de moda. El recorrido dramático parecía más matizado pero la filosofía era la misma: un «carpe diem» en toda regla. Eso sí Skam (en todas sus versiones británica, holandesa, italiana, etc.), aporta un nítido mensaje de tolerancia y respeto a la religión musulmana. Una tendencia que desde luego no es arbitraria. En este retrato sobre el Islam destaca la benevolencia del trazado, algo que es muy difícil de encontrar en los personajes cristianos de las películas o series actuales.

Firma: Claudio Sánchez