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Series: Stranger Things

Después de que la primera temporada se convirtiera en un fenómeno inesperado, Netflix ha encargado a sus creadores, los hermanos Duffer, una segunda, que se desarrolla de nuevo en Hawkins, la misma pequeña ciudad de Indiana.   Un año después de lo ya conocido, Joyce Byers ha iniciado una relación con el simplón pero buenazo Bob, antiguo compañero de instituto, con esperanzas de consolidar una familia estable para sus dos hijos, el adolescente Jonathan, y el recuperado Will, al que sobreprotege tras su traumática abducción. Pese a que éste tiene visiones del Otro Lado, que ignora si son reales, le dejará –bajo supuesta supervisión de su hermano– salir disfrazado a celebrar Halloween con sus amigos, Mike, Dustin y Lucas. Estos dos últimos andan revolucionados ante la llegada de Max, una chica que les hace ‘tilín’, capaz de darles sopa con onda en actividades supuestamente masculinas, pero hermana de Billy, un inadaptado abusón. La nueva ocupa en el grupo el puesto de Eleven –Once en la versión española–, la chica con poderes psíquicos, que no anda tan lejos como creen, pues ha sido recogida en secreto por Hopper, jefe de policía. Éste se dará cuenta de que algo va mal cuando investiga lo que les ha ocurrido a varios vecinos, que se acusan entre ellos de envenenar su cosecha de calabazas para la carismática festividad…   Conscientes de que funcionó sobre todo el factor nostalgia, los autores explotan aún más el filón, hasta el punto de que han incorporado al reparto a Sean Astin [1], uno de Los Goonies [2], film ochentero que sirve de inspiración, pero abundan las referencias a otros muchos, desde Los cazafantasmas [3] a Desmadre a la americana [4], se recuperan imágenes de los videojuegos de la época como “Dragon’s Lair”, y suenan muchos temas musicales representativos. También se explotan de nuevo los mismos temas, la amistad, o la desestructuración familiar, al que se añade el paso a la madurez. Parece que se ha ampliado el presupuesto, lo que se nota porque ha crecido el número de secuencias con efectos visuales, y porque la ambientación está más rematada. El ajustado reparto vuelve a cumplir, aunque sobre todo resulta un acierto que se haya ampliado el tiempo en pantalla de los pequeños Caleb McLaughlin [5] y Gaten Matarazzo [6], los más aclamados por el público, que llevan el peso cómico de la serie.   Todo esto disculpa que no despierte ni de lejos la misma intriga que la primera parte, y que haya perdido el efecto sorpresa. No todos los personajes recién llegados funcionan, se acierta más o menos con el ligue de la madre, con Murray un investigador de lo paranormal sospechoso de embaucador, y sobre todo con la pelirroja Max, pero su hermano, el agresivo Billy, “rebelde porque el mundo me ha hecho así”, resulta un poco tópico, al igual que el doctor Owens, enviado del Departamento de Energía que investiga a Will y Roman, líder de unos atracadores con capacidades sobrenaturales. Los flashbacks sobre el pasado de Once no acaban de funcionar, y tampoco se ha acertado aumentando el número de capítulos de 8 a 9, pues el séptimo ha sido muy criticado por los fans, que lo consideran de relleno.