Paolo Sorrentino (Napolés, 1970) es uno de los cineastas más valorados del panorama actual por la crítica internacional y sus compañeros de profesión. En 2008 tuvo muy mucha repercusión su ácida y controvertida visión de la Iglesia y la política en Il divo. Pero su consolidación definitiva en la cima fue con La gran belleza en 2013, Óscar a la mejor película extranjera y uno de los retratos más cáusticos de la élite italianas desde La dolce vita de Federico Fellini (director con el que Sorrentino tiene una admiración que se transmite en todas sus películas).

En 2016 Sorrentino realizó la serie The Young Pope con un reparto internacional impecable: Jude Law, Diane Keaton, Javier Cámara, James Crommwell. Esta producción de presupuesto generoso estaba coproducida por cuatro países (Estados Unidos, Francia, España e Italia) con el patrocinio de Jaume Roures (Camino, Vicky Cristina Barcelona) y la distribución internacional de HBO. La ficción recreaba la llegada a la Iglesia católica de un Papa joven, carismático y desconcertante que anunciaba reformas estructurales de una institución carcomida por el poder, la hipocresía y los escándalos sexuales. The New Pope es la continuación de The young Pope, sustituyendo a Jude Law por John Malkovich como nuevo líder de la cristiandad.

Creo que conviene antes que nada escuchar a Sorrentino en su campaña de promoción de la serie. «Nunca he tenido intención de buscar las cosquillas a la institución eclesiástica ni de ofender a nadie. No es casual que en su día la Iglesia no mostrara ningún tipo de reacción ante aquellos episodios iniciales, y estoy convencido de que tampoco la mostrarán ahora ante los nuevos. Lo que me importa de verdad es la necesidad urgente de relacionarnos con Dios que que todas las personas tenemos, ya sea para afirmar su existencia como para negarla. La religión, sea cual sea, siempre me ha parecido algo muy cinematográfico, y no solo por todo cuanto tiene de teatralización y de rito. Tanto el catolicismo como el islam son esencialmente narraciones, cuentos. Los escándalos sexuales y el resto de polémicas en las que se ha visto envueltos les han obligado a ello. El Papa anterior se atrevió a dimitir, y el actual predica una actitud insólitamente progresista. Se están viendo obligados a tomar decisiones muy rápido, y eso significa que quizá cometan aún más errores que de costumbre. Será divertido verlos».

Sorrentino es hábil con la comunicación y tiene un talento visual notable, además de una imaginación desbordante para inventar situaciones y diálogos imprevistos. Pero en sus palabras transmite algo que se percibe claramente en su obra: una acidez destructiva esteticista y una obsesión por el sexo y la religión. The New Pope es mucho más salvaje y caprichosa que su predecesora. Las perversiones sexuales de todos los protagonistas se multiplican hasta convertirse en un sátira almodovariana que termina agotando por su artificialidad y recurrencia. Lo que funcionaba muy bien La gran belleza en su crítica a la hedonista vida de un narcisista, aquí se muestra como una premisa estilística para retratar una imagen caricaturesca hasta niveles extremos. Sorrentino da la sensación de estar encantado de haberse conocido y de tener un lenguaje tan  moderno y genial que le resulta imposible no dejarse llevar una y otra vez. Pero la vacuidad de su pasarela de esperpentos vaticanos resulta asfixiando cualquier interés en monólogos interminables y concesiones al rococó visual. Morbo y narcisismo en estilo puro vendido con papel de regalo.

Firma: Claudio Sánchez