Jeff Bridges es uno de esos gigantes de la interpretación al que le ha hecho mucho daño una deficiente selección de trabajos. En su filmografía hay películas destacables como El gran Lebowski y Valor de ley (ambas de los hermanos Coen), Comanchería de David Mackenzie, Tucker, un hombre y un sueño de Francisc Ford Coppola o Fat City de John Houston. Pero este actor de 72 años ha participado en más de 100 títulos, demasiados de ellos… desapercibidos (siendo generosos con el adjetivo). The Old Man es la serie que merecía. Un personaje jubilado con muchas referencia al universo de antihéroe americano de Clint Eastwood.

Los creadores de la serie habían realizado otras ficciones como la fallida Black Sails, y en esta ocasión han dado en la diana con un thriller con ingredientes de western. La historia empieza pacífica pero tensa en su interior, con un guion que sabe reflejar el carisma de un protagonista que, en su vejez, tiene que reparar una vida peligrosa en permanente soledad. El personaje femenino con el que inesperadamente se cruza tras su regreso involuntario a la CIA, impregna a la historia un tono melancólico que funciona a la perfección. El también veterano intérprete John Lithgow (al que esperamos ver en la próxima película de Scorsese y Leonado DiCaprio), y la joven Alia Shawkat (Being the Ricardos) dan vida al amigo y a la hija del hombre invencible pero vulnerable, dos personajes esenciales en el desarrollo dramático de la historia.
La serie no necesita ser efectista en la violencia y el sexo porque sus creadores confían más en el guion y en los actores que en el impacto visceral del espectador. Esta atmósfera de narrativa clásica se agradece en un género tan saturado de sensualidad superficial. Por último, la música de T-Bone Burnett y Patrick Warren genera un ritmo muy adecuado para una historia de redención tan vibrante.
Firma: Claudio Sánchez