Tras la muerte de su madre, Lucía intenta suicidarse pero los policías Bosco y Max llegan a tiempo para salvarla. Al despertar, Lucía escapa del hospital y viaja hasta Punta Escarlata, un pueblecito costero. Allí desaparecieron dos chicas ocho años atrás, después de ir a una fiesta a la que acudieron todos los vecinos. Después de aquella noche nadie volvió a saber nada de ellas. Sin embargo, Lucía, nada más llegar allí, señala el lugar en el bosque donde están enterradas.

Al enterarse del suceso, Bosco y Max viajan a Punta Escarlata para averiguar qué pudo pasarles a las chicas y qué relación tiene Lucía con todo eso. Allí contarán con la ayuda del Sargento Reyes, el encargado del caso ocho años atrás y conocedor de los secretos de los vecinos.

Emisión: Tele5 – Mx – 23:15 h.

Género: Serie, Thriller

Público: +18

Valoración: ***

Contenido: Humor 0, Acción 3, Violencia 2,  Sexo 1

Crítica

Poco confía Telecinco en esta serie al estrenarla en época estival pasadas las 23 horas. No es de extrañar, ya que últimamente esta cadena no tiene mucha suerte con la ficción «seria». Claro que, después de anestesiar durante horas al espectador con espacios como Sálvame o Supervivientes no se le puede exigir, a ese mismo público, un poco de paciencia y saber apreciar un producto algo más trabajado de lo que están acostumbrados a ver. Lo cierto es que esta serie, grabada desde 2009, ha aterrizado en «la cadena amiga» después de la absorción de Cuatro, cadena destinataria de Punta escarlata.

Para empezar, cabe destacar la gran apuesta que se hace con este producto al grabar más del 90% de sus contenidos en exteriores. En concreto, el pueblo de Altafulla (Tarragona) es el lugar que acoge la mayor parte de estas filmaciones. Este hecho y su resultado, francamente convincente, demuestra que la ficción española está recorriendo el camino que necesitaba para madurar y convertirse en un producto competitivo. Con ello, también se le devuelve la fe al espectador cansado de ver tantas sitcoms de cartón pluma.

Asimismo, y como no todo es la factura visual, el guión propone una historia interesante que se desmenuza a través de los capítulos, por ahora, de forma ordenada y sugerente. El único inconveniente de esta manera de presentar la ficción es que su emisión, que siempre queda en manos de la cadena, peligra si la audiencia no responde. A pesar de todo y aunque no vayan las cosas del todo bien, se prevé la emisión de los 9 capítulos que conforman esta primera temporada y, si la acogida es buena, habrá segunda, tercera y lo que haga falta.

El nudo argumental a deshacer en esta temporada, gira en torno al asesinato de dos adolescentes en un pueblo llamado Punta escarlata. Las intrigas y los secretos de un caso abarrotado de sospechosos irán tejiendo la tela de araña en la que deben desenvolverse los dos protagonistas. La presentación, con voz en off del policía principal, tiene un tono intimista y ofrece al espectador la oportunidad de conocer sus pensamientos sin necesidad de verlos plasmados en la historia, cosa que se agradece teniendo en cuenta lo poco sutiles que resultan nuestros guionistas en otras ficciones a la hora de sugerir, especialmente el universo de los sentimientos.

Los personajes protagonistas se han presentado con buenas posibilidades de evolución, pero habrá que ver si se cumplen las expectativas. Por su parte, los actores cumplen con su interpretación sin estridencias (obviando alguna intervención menos afortunada de algunos adolescentes o secundarios) y se aprecian diálogos con más dimensión de lo habitual que se deslizan con naturalidad en el relato (volviendo a obviar las conversaciones entre los jóvenes que dejan bastante que desear).

Sin embargo, Punta escarlata no se escapa a los efluvios sexuales tan arraigados en la ficción española y, sin venir a cuento, se sueltan frases, comentarios, conversaciones y sucesos que, aunque poco frecuentes, son perfectamente evitables, sólo hace falta un poco de elegancia.

En su conjunto, esta ficción puede ser una oportunidad para pasar el tiempo veraniego acompañando a los dos protagonistas en la resolución de un caso que recuerda, de refilón, al de Laura Palmer. Pero mejor no hacer comparaciones.

Fuente: Mar Pons