MV5BMTQzMzQ4MDAyNF5BMl5BanBnXkFtZTcwNzE0MDk3OA@@._V1_SX640_SY720_Una noche Kris es secuestrada y drogada ingiriendo un curioso gusano que la deja a merced de su secuestrador. Sus poderes hipnóticos hacen que Kris haga todo lo que le pida, incluido pasarle todo su dinero y sus propiedades.

Al despertar, arruinada y sin trabajo, reemprende su vida intentando recuperar su identidad y su autoestima, de la mano de Jeff, otro enigmático personaje con un incierto pasado.

Director: Shane Carruth

Intérpretes: Amy Seimetz, Shane Carruth, Andrew Sensenig, Thiago Martins

Guión: Shane Carruth

Duración: 96′

Género: Drama

Estreno: 28/03/2014

Público: +18

Valoración: ***

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 0

Acción: 1

Amor: 0

Violencia: 1

Sexo: 0

Crítica:

Shane Carruth ha tardado nueve años en realizar su segundo largometraje. No choca la tardanza si tenemos en cuenta que él es el director, guionista, productor, actor, compositor de la banda sonora… y, en definitiva, el creador de esta personalísima e indescifrable historia.

No choca tampoco al comprobar el cuidado con el que está filmada, ambientada e interpretada cada escena y el mimo puesto en cada uno de sus infinitos planos, de fotografía nítida y tonalidades apagadas, dejando que sólo esporádicamente un color vivo o un estruendoso sonido abran una falla en su cadencioso y desasosegante relato.

La planificación no sigue un desarrollo ordenado y la película acaba resultando una sorpresa continua ante la imprevisibilidad del discurso. Salpican el film numerosas imágenes inconexas por fuerza y con un “toque Malick” bastante claro en sus naturalezas de contrapicados cegados por el reflejo de la luz del día.

Upstream color es una apuesta personalísima de Carruth fácilmente clasificable dentro del cine experimental, lo que viene siendo una manera elegante (y creo que acertada) de decir que no hay quién entienda nada de lo que nos quiere transmitir. Pero para aquellos que, como la que suscribe, evitan leer cualquier información acerca de una película antes de verla y menos aún escuchar las explicaciones de su realizador, lo críptico del guión se presenta como una ventaja para poder darle a la obra la interpretación que nos parezca más plausible o la que más se ajuste a las sensaciones que nos ha dejado su visionado.

Por eso, finalmente me gustó Upstream color. Porque dejando aparte desagradables primeros planos de los gusanos o surrealistas abrazos con cerdos, me parece que lo que subyace es un bello canto al amor humano. Porque al final me decanto por considerar que este jeroglífico fílmico no deja de ser una historia de amor donde se muestra que sólo él es capaz de sacar adelante una vida deshecha. Que solo el amor acompaña y da sentido y fuerza para seguir adelante. Y que, en definitiva, es el amor el que nos hace únicos y verdaderos.

Fuente:  Esther Rodríguez (www.taconline.net)