Parece claro ya que hoy no sirve la escuela ni los modelos de aprendizaje de hace cien años. La sociedad 2.0, nuestro presente, dará pie a la futura sociedad 3.0 que demanda individuos creativos, críticos, competentes en las TIC, autónomos, inteligentes emocionalmente y capaces de trabajar con cualquier persona, en cualquier lugar y momento. Los niños de hoy no sabemos qué serán en el futuro, pero deberán tener los recursos necesarios para adaptarse a lo que venga. Y una pieza clave en este nuevo universo educativo son las escuelas. Pero, ¿cómo serán en el futuro? El psicó- logo e investigador Alfredo Hernando Calvo, que acaba de presentar el libro Viaje a la escuela del siglo XXI, Así trabajan los colegios más innovadores del mundo editado por la Fundación Telefónica, lo tiene claro: “Son comunidades de aprendizaje personalizadas que actúan, cambian y se desarrollan sin perder de vista el presente; además persiguen tres objetivos fundamentales. Que todos los alumnos logren el éxito escolar, que independientemente de donde esté situada la escuela, se adapte a todo tipo de alumnos y que el alumnado sea tan bueno como el equipo de docentes con el que cuenta el centro”.     LOS PADRES ENSEÑAN Según Hernándo Calvo, que desde el año 2013 dirige www.escuela21.org, un proyecto que le ha llevado a conocer las escuelas más innovadoras del mundo: “Principalmente, son centros en los que existen diferentes formas de evaluación, no solo la rígida nota del examen, donde el aprendizaje gira en torno a todo tipo de proyectos que surgen de los propios alumnos, donde existe más de un tipo de espacio: sillón, reflexión, intimidad, estudio, diálogo nube; donde los profesores programan juntos y mantienen un diálogo constante y donde la familia colabora activamente en el aula, no a través de las escuelas de padres; si no por ejemplo explicando a los alumnos en qué consiste su profesión de cirujano o abogado, los estudios que han llevado a cabo para poder ejercer, las satisfacciones que les reporta su trabajo. En definitiva, un espacio donde vemos a alumnos y profesores trabajar codo con codo y donde no se sabe quién es el profesor y quién el alumno”.   MÁS HERRAMIENTAS Lo cierto es que para pasar del modelo educativo actual al que propone el experto en innovación educativa Hernando Calvo parece que hay que dar un gran salto al vacío. Entonces, ¿por dónde debemos empezar para crear una escuela innovadora? “Lo primero es pensar en escuelas y no en sistemas educativos. Hay que poner el foco en la escuela, como unidad de cambio, dotándola de autonomía. Y también es fundamental que los docentes recuperen su profesionalidad y se les valore y se les respete como su oficio se merece. Para ello, es necesario dotar a los profesores de nuevas herramientas para abordar sus clases: desde una evaluación auténtica para no quedarnos en la nota de aprobado o suspenso, pasando por el denominado aprendizaje cooperativo en el que alumnos y docentes realicen juntos un itinerario interesante con el que único objetivo de aprender divirtiéndose hasta sustituyendo el término unidad didáctica por viaje didáctico. Así alumnos y profesores estarán motivados y disfrutarán de cada sesión”, explica Hernando Calvo.   EDUCACIÓN COOPERATIVA Un ejemplo en nuestro país de escuela innovadora, que fomenta la educación inclusiva e intercultural es el Colegio “Padre Piquer” de Madrid www.colegiopadrepiquer.es, un centro que cuenta con estudiantes de hasta 38 nacionalidades diferentes. Su director, Ángel Serrano, nos explica en qué consiste el proyecto educativo de las Aulas Cooperativas Multitarea que lleva ya trece años realizándose: “Se presenta como una propuesta metodológica que se basa en el aprendizaje cooperativo y la posibilidad de realizar distintas tareas en el aula. Los alumnos trabajan en grupos o de manera individual en distintos proyectos por áreas y organizándose en distintos espacios de trabajo. Además, estos espacios se caracterizan por su carácter multitarea para combinar diferentes metodologías: explicación del profesor, trabajo individual, trabajo cooperativo, orientación y tutoría individualizada y la biblioteca en el aula. Esta distribución del trabajo facilita la comunicación entre profesores y alumnos y del grupo de alumnos entre sí”. Una interesante iniciativa educativa por la que el año pasado, el centro de formación “Padre Piquer” ha sido reconocido como Escuela Changemaker por Ashoka por ser pionero desde hace décadas en la innovación educativa. Ashoka valorado que sea un centro de aprendizaje para la vida, que va más allá de las asignaturas y los exámenes. Pero no es el único ejemplo de innovación educativa en nuestro país. El colegio concertado de los Jesuitas “Claver” de Lleida es otra escuela del siglo XXI. La directora pedagógica del centro, Minerva Porcel, que pasó tres semanas en Finlandia estudiando su sistema educativo, considerado uno de los mejores del mundo, apunta: “El alumno es el centro de este nuevo modelo. Los niños aprenden haciendo, son más autónomos, el trabajo es colaborativo, los profesores hacen preguntas, no dan las respuestas. Además, el trabajo es interdisciplinar, los horarios son flexibles, la evaluación es continua y las ciencias se aprenden haciendo un trabajo sobre reciclaje. Es lo que la pedagogía llama aprendizaje por descubrimiento guiado. No es que no haya un control, sino que los niños son menos conscientes de él, y por tanto son más activos. No es que no haya libros, es que no solo hay libros. El mundo es el aula”. Aunque en este centro hay clases específicas, como Matemáticas o Lengua, el día fluye sin una pauta marcada por las lecciones y el timbre y los chavales se organizan a su propio ritmo. El ambiente bulle, pero hay una evidente concentración. Nadie duda ya que de que otras formas de enseñar y aprender son posibles, ahí están los ejemplos. La escuela debe cambiar y crecer para mejorar.