El anuncio del proyecto de un mercado único digital para los 28 miembros de la UE fue acogido con recelo por las grandes compañías americanas que dominan esta actividad; a las reacciones iniciales de los gigantes tecnológicos, preocupados por el recorte de su área de influencia, ha seguido una cascada de críticas de otros empresarios del mundo del cine y el audiovisual. De momento, los que mejor han acogido el plan son los consumidores que ven en la futura armonización el fin de algunas desigualdades que afectan a su bolsillo.

Trabajar entre varios países europeos ha supuesto casi siempre un quebradero de cabeza para no caer en manos de los altos precios de las empresas de telefonía. No solo hay que usar tarjetas SIM diferentes sino además desconectar los dispositivos para evitar el coste del roaming. Un despiste al cruzar una frontera puede costar muy caro. Todas estas amenazas desaparecerán si los 28 Estados miembros se ponen de acuerdo en un ambicioso plan para unificar el mercado digital.

También el bloqueo a servicios de alquiler de películas –se accede o no en función de la geolocalización– tendrá que desaparecer. Los ciudadanos podrán alquilar sus series favoritas a través de una única suscripción independientemente del Estado miembro en el que se encuentren, sin tener que burlar el control sobre la IP cuando estén de vacaciones o en un país no habitual.

Muchas incógnitas

Pero el ambicioso plan que la Comisión Europea presentaba a comienzos de mayo con cierto tono optimista se enfrenta aún a muchas incógnitas. En un futuro, decía el presidente Jean-Claude Juncker, “quiero ver redes de telecomunicación pan continentales, servicios digitales sin fronteras y una oleada de empresas europeas capaces de innovar”: así describía los tres grandes objetivos recogidos por el plan: mejorar el acceso al mercado digital para clientes y empresas; facilitar la entrada a los innovadores, y maximizar el desarrollo de la economía digital.

Los que mejor han acogido el plan son los consumidores que ven en la futura armonización el fin de algunas desigualdades que afectan a su bolsillo

Pero nadie piensa que un sueño como este, que pretende ampliar en 415.000 millones de euros el mercado, se logre en dos años, el plazo que la Unión Europea se ha fijado. Y no solo por el esfuerzo de unificación normativa que exigirá –los más optimistas hablan de una tramitación de 3 años– sino por las críticas que han llovido desde los colectivos implicados a uno y otro lado del Atlántico.

La segunda intención del plan, tal vez no tan destacada pero indispensable para completarlo, es la de destapar y eliminar presuntos abusos de las compañías estadounidenses y asiáticas, a las que se suele acusar de prácticas anticompetencia, y esto es algo que acaba llegando casi siempre ante los tribunales.

Los grandes se defienden

Los primeros en reaccionar al anuncio de este gran mercado fueron las empresas tecnológicas de Estados Unidos amparadas bajo el Information Technology Industry Council (ITIC), una asociación a la que pertenecen Google, Microsoft o Facebook. “Imponer barreras normativas sería un grave error para Europa y tendría efectos negativos en el comercio y las inversiones transatlánticas”, explicaba Dean Garfield a TheWall Street Journal.

También Amazon respondió con prontitud en cuanto Margrethe Vestager, comisaria de la Competencia, mencionó la necesidad de investigar en el sector del comercio electrónico –ventas de ropa, calzado, electrónica y contenidos digitales– para descubrir prácticas restrictivas en el ámbito comunitario.

El plan presentado revela que de todos los servicios onlineque se prestan en el ámbito de la Unión Europea solo el 4% se realizan entre dos Estados miembros, un 42% los ofrecen empresas nacionales en su propio territorio y el resto, un 54%, los satisfacen empresas americanas. En su defensa, Amazon aportó datos del último año para demostrar que su empresa canalizó 2.800 millones de euros en ventas intracomunitarias.

Pero Amazon empieza a ver las orejas al lobo de la UE, que ha abierto varias investigaciones sobre la ingeniería fiscal de las multinacionales americanas que pagan menos impuestos mediante acuerdos con algunos Estados. Esto les concede una ventaja sobre sus competidores y perjudica a los demás países. Ante esta presión, Amazon ha anunciado que a partir de ahora contabilizará sus ingresos en cada país de la UE en los que opera, en vez de canalizar todas sus ventas a través de Luxemburgo, donde los impuestos son bajos.

Y las pymes aplauden

Uno de los aspectos que mejor acogida ha tenido es el de la armonización del régimen del IVA en el comercio. Ahora las empresas cobran a los clientes un tipo diferente según el país de origen y el dueño tiene que efectuar el ingreso del IVA cobrado: “Esto es una barrera para las pymes y la burocracia ha crecido”, según asegura la Asociación Española de la Economía Digital (Adigital), así que las modificaciones que se anuncian “beneficiarán a las empresas pequeñas que en la actualidad venden muy poco al exterior”.

El plan del mercado único digital ha sido acogido con recelo por las grandes compañías tecnológicas estadounidenses y ha alegrado a las pymes

Se calcula que el coste medio anual por cumplir la normativa del IVA puede suponer para una pequeña empresa online un coste de 5.000 euros por cada Estado miembro con el que pretende comerciar; también los costes de envío resultan excesivamente altos para el 62% de las empresas, según los datos de la Comisión Europea.

Cine europeo

Si es lógico esperar una reacción contraria de los grandes estadounidenses que dominan el mercado, tal vez pueda sorprender que también exista rechazo en algunas compañías europeas. Es el caso del cine. Además de tratar de eliminar el bloqueo geográfico e impulsar el comercio electrónico, la UE piensa promover una reforma de la legislación sobre elcopyright para adaptarla a las nuevas tecnologías y al patrón actual de consumo, y con la idea de armonizar excepciones y clarificar el uso que los intermediarios hacen de los contenidos protegidos. Pero esta homogeneización puede poner en riesgo una de las principales fuentes de ingresos del cine en Europa.

El reciente Festival de Cannes se convirtió en una reivindicación del cine europeo, donde productores, guionistas y directores cerraron filas en torno a la ministra francesa de Cultura, Fleur Pellerin, contraria al plan de la Comisión: “Hagamos ese gran mercado y cuando en dos años se deje de recaudar por los derechos intelectuales o por el negocio de los distintos canales, no podrá verse nada, porque no habrá películas y el sector se habrá derrumbado”, se lamentaba.

La venta de los derechos para productos audiovisuales se realiza territorio a territorio como parte de la financiación de cada película, a la vez que se aportan recursos a la industria cinematográfica para seguir produciendo. Con esta perspectiva, la defensa del cine europeo no se ve solo como una cuestión cultural, que potencia la diversidad, sino como la defensa de un mercado que da trabajo a siete millones de personas en 28 países.

A esta batalla se han sumado los grandes estudios de Hollywood; han comprendido enseguida que si el consumo de cine decae en Europa, los primeros perjudicados serían sus producciones. Para Chris Dodd, presidente de la asociación MPAA que agrupa a las grandes cinematográficas, es evidente que “el consumo del cine en Europa está creciendo y el público desea diversidad; en Europa no todos tienen el mismo acceso a la tecnología ni hablan el mismo idioma, así que el mercado único digital no va a funcionar”.

El comisario Gunther Oettinger, uno de los dos impulsores del plan para la unión digital, ha tenido que terciar ágilmente en este debate, con la promesa de que en la reforma de los derechos de propiedad intelectual se estudiarán excepciones para sectores “sensibles” como la televisión o el cine, como ya existen ahora para algunas actividades como la investigación, la educación y la extracción y tratamiento de datos.