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Le Mans 66

  • Análisis por Lourdes Domingo | CONTRASTE [1]

James Mangold deja que el protagonismo lo adquiera la intrépida historia y los aguerridos actores. Un guion bien cuadrado permite disfrutar de una de esas películas que, prácticamente, lo tienen todo.


James Mangold [2] (Logan [3]En la cuerda floja [4]El tren de las 3:10 [5]Lobezno inmortal [6]) es uno de esos directores que hacen honor al concepto clásico de artesano hollywoodiense. En sus manos, historias y conceptos de películas bien distintos ¬–pero de marcado corte narrativo para el gran público– se convierten en títulos bien coordinados y que siempre generan esa experiencia entre espectáculo y humanidad bien mezclados.

De nuevo, es el caso de Le Mans ’66. Esta vez, además, el trabajo de los hermanos Butterworth (Caza a la espía [7]Al filo del mañana [8]I feel good [9]) y Jason Keller [10] (Plan de escape [11], El soldado de Dios, Blancanieves (Mirror, mirror) [12])y la presencia de Christian Bale  [13]Matt Damon [14] (y el resto de un espléndido elenco) dejan al espectador dos horas y media de interés y emoción.

Mangold, que vuelve a contar con parte del equipo técnico que le ha acompañado en otras de sus producciones, compone un atractivo drama biográfico (de varios personajes), de esos donde el conflicto y la fuerza de su resolución se fraguan en una batalla entre afanes individuales y los colectivos, y donde el antagonismo (a veces) se encuentra en “casa”.

El interesante dibujo que el libreto hace de Miles y Shelby, y compañía, con sus licencias y libertades creativas, traza una orografía sinuosa del sueño americano. Hay crítica, hay loa, hay sombras y hay luces. Pero sobre todo hay entusiasmo por superarse en el trabajo y disfrutar en ese intento.

En este sentido, el guion define muy bien las coordenadas de los protagonistas y su interacción. No se buscan grandes complejidades e, incluso, se asoman rasgos algo caricaturescos que, eso sí, no ponen en riesgo el conjunto.

No obstante, esa sencillez en la revelación de lo importante que son las relaciones de amistad y familiares, también dentro un equipo profesional, es suficiente y hace mella en la medida complejidad que aporta la trama.

De hecho, el film mantiene un ritmo impecable. Su puesta en escena se centra en contar bien el cuento. Con un montaje transparente pero dinámico, las maquetas y la recreación digital se enarbolan perfectamente para entretener y dejar que la acción con contenido y enfoque personal sean lo más sugerente.

Firma: Lourdes Domingo