Cuando hablamos de educación nos gusta ser prácticos. También positivos. Y si se trata del uso de las tecnologías digitales, mucho más. La tecnología ha venido para quedarse -decimos- y no tiene sentido «demonizarla»; necesitamos aprender y enseñar a utilizarla lo mejor posible.

En Interaxion no podemos estar más de acuerdo con este enfoque. Mentalidad de crecimiento y sentido práctico nos llevan a profundizar en los desafíos de la educación digital, que procuramos traducir en un lenguaje significativo. Por eso queremos afrontar un argumento importante que a veces es pasado por alto, quizás por ser malentendido. Se trata de lo siguiente: no es correcto decir que el efecto positivo o negativo que la tecnología tiene sobre nosotros depende solo del uso que hagamos de ella, porque la tecnología -en sí misma- no es neutral.
Autores que han saltado a la fama en los últimos años -como Nicholas Carr o Eli Pariser– han desempolvado el pensamiento de Marshall McLuhan, un filósofo y sociólogo canadiense que desarrolló este tema con una agudez impresionante. La profesora Montse Doval, en su libro Comunicación Efímera, explica que la aportación central de McLuhan puede resumirse en la frase «el medio es el mensaje». «Para McLuhan -explica Doval- nos equivocamos al atender tan solo al contenido de un mensaje y no prestar atención al medio (…). Los mensajes nos distraen de lo que los medios nos hacen a un nivel más profundo«. Refiriéndose a los medios electrónicos que existían en su época, McLuhan decía que «la radio y la televisión se convierten en costes fijos para toda la vida psíquica de la humanidad».
Aunque la expresión «costes fijos» puede parecer negativa, es importante saber que McLuhan no quería emitir precipitadamente un juicio moral sobre la tecnología. Su propósito era ayudarnos a entender los medios para ganar capacidad de control sobre ellos. «La tarea esencial de la alfabetización mediática -continúa Doval- será mostrar los efectos de los medios en sí, para que podamos decidir libremente comprendiendo los medios». Lo que sucede es que, como los peces, muchas veces no somos conscientes del agua en que nadamos; y entonces es imposible descubrir que somos un tipo de pez que no solo puede vivir en el agua, y que el aire fresco de la playa tiene mucho que aportarnos.
En la época de la iGeneration, en la que raramente nos comunicamos sin utilizar un medio, la reflexión de McLuhan cobra especial importancia. Los medios transforman nuestra cultura, ese mundo simbólico que compartimos y que media silenciosamente en la comunicación. En ese sentido se dice que la tecnología no es neutral: porque esta ahí, mediando entre la realidad y nuestro conocimiento, entre unos seres humanos y otros; y, al mediar, genera ventajas en la comunicación; pero también ruido.
¿Qué ventajas han traido las tecnologías digitales? A todos nos sería fácil enunciar algunas: rapidez, multiplicidad, memoria externa, disponibilidad, etc. La tecnología nos ha acercado enormemente a personas y conocimientos. Sin embargo, no percibimos tan fácilmente las desventajas de la cultura digital. La tecnología favorece lo visual, lo agradable, lo inmediato, lo fácil, lo útil, lo nuevo… La pregunta sería, ¿nos estamos perdiendo algo? ¿hay una contrapartida? A veces lo inmediato, por ejemplo, va en detrimento de la reflexión; o la disponibilidad puede dificultar la atención, tan necesaria para el trabajo y las relaciones profundas. En definitiva, es necesario desarrollar un sano sentido crítico para valorar cuándo, cómo y por qué queremos utilizar la tecnología.