Ficha: 95 min. | Drama | Biográfico Público apropiado: Jóvenes-adultos Año: 2016 País: Alemania, Francia, Polonia Dirección: Marie Noelle Intérpretes: Karolina Gruszka, Arieh Worthalter, Charles Berling, Izabela Kuna, Malik Zidi, André Wilms, Daniel Olbrychski, Marie Denarnaud, Samuel Finzi, Piotr Glowacki, Jan Frycz, Sabin Tambrea El matrimonio entre Pierre y Marie Curie es feliz. Acaban de tener su segundo hijo y se aman de veras. Además, lo emocional y lo intelectual se funden a la perfección ya que han triunfado en el campo científico, hasta el punto de ganar el Premio Nobel. Pero entonces, Pierre muere y salir adelante para Marie se hace cada vez más difícil. No es ni la primera ni la segunda vez que el mundo del cine centra su atención en Marie Curie (1867-1934). Desde el clásico hollywoodiense Madame Curie, protagonizado por Greer Garson, hasta la francesa Los méritos de Marie Curie, con Isabelle Huppert en el papel principal, por citar sólo dos ejemplos, la historia de esta científica ha supuesto siempre un modelo del genio femenino en una época en que el mundo intelectual estaba dominado por los hombres. Con razón el cine y la televisión vuelven una y otra vez a contar las hazañas de esta mujer eminente, la primera persona que recibió dos Premios Nobel, en Física y en Química. Pero la vida de Marie Curie no fue un camino de rosas. Al menos así lo da entender con contundencia la directora Marie Noelle (La mujer del anarquista) en su primera película en solitario, tras la muerte de su marido Peter Sehr cuatro años atrás. La directora francesa afincada en Alemania entrega un biopic casi enteramente envuelto en tristeza, ya que se centra principalmente en los años en que la protagonista, ya convertida en una celebridad mundial, ha de sufrir la repentina pérdida de su esposo, el desprecio de la academia francesa, las dudas sobre su trabajo y sobre todo el acoso de la opinión pública por su relación adúltera con su colega Paul Langevin. Salvo en contadas ocasiones –la más relevante quizá cuando Curie coincide en un congreso con Albert Einstein–, Noelle carga la mano en una recreación pesarosa de la existencia en donde hay poco espacio para la alegría. Formalmente la película está cuidada, sobre todo en el aspecto fotográfico y en el uso de la luz y los claroscuros, lo cual aporta ese típico ambiente de principios de siglo, algo rancio y opresivo, al tiempo que transmite una atmósfera poco respirable en connivencia con el alma de los personajes, una sensación acentuada por esos espacios cerrados del mísero laboratorio, en donde Marie Curie hizo sus descubrimientos. La actriz Karolina Gruszka hace un convincente trabajo protagonista, pero aunque está presente en casi todos los planos su personaje siempre se mantiene distante, en el fondo desconocida, un enfoque que la directora quizá haya equivocado. Tampoco empatizamos mucho con el amante, Langevin, demasiado colateral, mientras que sí tienen mayor credibilidad las iniciales apariciones de Charles Berling como Pierre Curie, papel que vuelve a repetir tras el film de 1977. Firma: Pablo de Santiago